Persiguiendo grafiteros

Miguel Ascón Belver
Miguel Ascón A LA CAÍDA

OURENSE

19 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Quiero pensar que aún soy joven. Supongo que cada uno se engaña como quiere, pero de lo que estoy seguro es que aún recuerdo cuando era un adolescente o un veinteañero. Ni entonces ni ahora he alcanzado a comprender qué lleva a algunos jóvenes a hacer pintadas. No entiendo por qué se gastan su dinero en los espráis y por qué se arriesgan a una multa y (supongo) la reprimenda de sus padres, especialmente teniendo en cuenta el resultado (que, seamos realistas, en la mayor parte de los casos se aleja mucho de ser artístico).

Borrar sus «creaciones» y reparar los actos vandálicos que se cometen en la ciudad cuesta mucho a los ourensanos, unos 300.000 euros al año. Ese dinero podría utilizarse para contratar personal, prestar mejores servicios, adecentar parques y jardines… Elijan ustedes el ejemplo que quieran. Si me pongo viejuno podría decir que son cincuenta millones de pesetas; no es poca cosa.

Es una vergüenza que nuestros impuestos se destinen a eso, habiendo otras necesidades mucho más acuciantes, y más si tenemos en cuenta que ese gasto sirve de poco. El Ministerio de Fomento realizó la semana pasada una limpieza del puente Nuevo para celebrar su centenario y a los pocos días ya han aparecido pintadas en varios puntos. Algo parecido había pasado con el del Milenio. Dice el alcalde que la Policía Nacional y la Local están colaborando para cazar a los grafiteros pero mucho me temo que los esfuerzos serán en balde. Parece ser que siempre habrá alguien dispuesto a dejar su firma (ellos, al parecer, lo llaman tag) en el patrimonio de todos.