La expedición al Alto Atlas en 1988 marcó un antes y un después para los montañeros del Club Alpino
29 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.«El viaje al Alto Atlas reunió a muchos de los jóvenes que en 1988 tenían entre 19 y 24 años. Se habían formado en el club y tenían un nivel técnico muy alto, porque ya por entonces eran monitores federativos en montañismo o en espeleología», es solo el principio del relato de Antón Gavela, uno de los expedicionarios del Club Alpino Ourensán que dieron el paso hacia África, sobre el que giró la primera de las jornadas de la Semana Audiovisual que ayer inició la entidad en la Sala Emilia Pardo Bazán del Campus.
Junto al montañero, uno de los más experimentados de aquel grupo, participaron en la aventura marroquí Rita González, Helena Peña Rey, María José Fernández «Pepi», José María Fernández «Ginés», Pedro Seoane, Francisco Valencia, Benjamín Barreiro, Xosé Manoel Otero, Venerando Feijoo «Nando» y Gonzalo Domínguez.
Algunos de ellos participaron ayer en la recreación -a través de las imágenes y testimonios- de aquel encuentro con una nueva cultura, que hizo de puente entre las escaladas en territorio continental (Picos de Europa, Pirineos o Alpes) hasta las que llegaron después en montañas de los Andes o el Himalaya, entre otras.
Aquella trascendente peripecia dos ascensiones a cotas por encima de los cuatro mil metros, el Biiguinnoussene y el Jebel Toubkal (el más alto del Atlas, con 4.167). A finales de marzo de aquel 1988, la climatología fue benevolente con los ourensanos, pero aún así, las temperaturas extremas de la zona iban de los 35 grados días claros a los -15 de la noche a más de 3.000 metros. Desde el cuartel general de Imlil al campo base, cuatro mulas y los porteadores echaron una mano, pero los socios del Club Alpino coronaron al completo, para pisar el techo marroquí. Y lo cuentan con la misma ilusión con la que a finales de los ochenta mostraron el camino.