El mercado que iba a cambiar para siempre la historia del barrio de A Ponte. la plaza de Abastos que iba a dinamizar el barrio y que iba a sacar las castañas del fuego a los pequeños placeros que cada día levantaban la persiana en el viejo recinto, resulta que no era más que un salón de actos. Espectacular, pero salón de actos al fin y al cabo. Como el que hay en el colegio de A Ponte o hubo, en otros tiempos más lustrosos, en la mismísima Troya. Los vecinos que a última hora de la tarde de ayer pasaron por la avenida das Caldas se frotaron los ojos al ver luz en el restaurado inmueble. Pero no se lleven a engaño, pese a que la plaza ya fue inaugurada hace casi tres años por toda una ministra, sigue cerrada y sin visos de una solución. Lo de ayer fue otra cosa. Fue la entrega de unos premios de una asociación de empresarios, que es un uso muy distinto al que se había pensado para el recinto en el que se invirtieron dos millones de euros. Ni rastro del restaurante que iba a servir productos frescos ni de los puestos de carne, pescado, fruta... Desde que se inauguró solo abrió dos veces, para lo de ayer y para enseñárselo a empresarios y vecinos. Ya sé que nadie querrá la culpa. Ya sé que el PP dirá que el marrón lo heredaron del anterior gobierno y que la idea de los socialistas estaba condenada al fracaso como muestran los dos concursos desiertos. Ya sé que el PSOE dirá que su proyecto se lo desvirtuó el PP. Ya sé que DO argumentará que nadie compró su idea para que fuera gestionada directamente por Jácome. Todo eso lo doy por descontado, pero a los vecinos eso les sirve de poco.