«En Ourense hay cultura de natación»

OURENSE

MIGUEL VILLAR

Manuel Naranjo, «Lolo», es monitor en Os Remedios desde 1976. Ha enseñado a nadar a miles de ourensanos

22 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Manuel Naranjo, Lolo para sus amigos y también para sus pupilos de natación en el pabellón de Os Remedios, lleva más de cuarenta años enseñando a nadar a los ourensanos, niños y mayores, que acuden a la instalación municipal para disfrutar de sus piscinas climatizadas. Poco tiempo llevaba funcionando el pabellón, inaugurado en 1969, cuando este ourensano nacido en Caracas se incorporó a la incipiente plantilla de monitores deportivos. Era 1976 y en Os Remedios trabajaban Pedro Escudero y Joaquín Quintas, «grandes maestros» para Manuel Naranjo, que acudía como nadador a la instalación y le pidieron que comenzase a dar unos cursillos por la tarde. Dos años después, el gerente, Fernando Bouso, le propuso quedarse fijo.

Naranjo relata que aprendió a nadar en Venezuela. Nació en el país caribeño pero hasta los ocho años se crio con sus abuelos en Ourense. «Vivía en el barrio más pobre, la Barbaña. No había agua, no había nada, pero tuve una infancia superfeliz con mis abuelos», recuerda. Luego volvió a Venezuela, a una Caracas en la que en los años sesenta del siglo pasado «había de todo», coches modernos, juguetes y también piscinas. «Otro mundo», define. Allí aprendió a nadar. Luego probó otros deportes, como el fútbol, que dejó con quince años. En Ourense solía nadar en Oira o en el río, apunta. «Como nadador no era muy bueno, aunque fui campeón gallego por equipos, pero más por convicción que por calidad», cuenta.

El pabellón de Os Remedios al principio era más pequeño, solo contaba con el gimnasio, la cancha central y la piscina de 25 metros, teóricamente climatizada pero en la que se pasaba frío, matiza. Luego se construyó la de cincuenta metros, a finales de los setenta. Ya entonces, rememora Naranjo, Fernando Bouso había impulsado un plan para que los colegios de la ciudad y también de la provincia llevaran allí a los niños a aprender a nadar. Mañana y tarde acudían escolares de Ribadavia o de Cartelle y de la capital. Fue un aluvión de niños los que pasaron por sus manos bajo el paraguas de aquel «plan de oro». Miles, cada media hora un grupo.

«Fue una época muy bonita, aunque de mucho trabajo, a veces catorce horas diarias», dice el entrenador. Todo ese bagaje creó cantera. «Tenemos un nivel de natación muy bueno, en cuanto de aficionados. En Ourense hay cultura de natación. La gente sabe nadar por su derecha, dan sus vueltas. De las tres cosas típicas que se dicen que hay en Ourense, las Burgas, el Santo Cristo y el puente, hay que añadir el pabellón», sentencia.

Hoy en día, la forma de enseñar a nadar es básicamente la misma, aprecia nuestro protagonista. Años atrás no había tanto material para aprender y amenizar las clases de natación. Los niños que llegaban a la pileta tampoco eran tan pequeños, se les enseñaba con seis o siete años y hoy entran desde los tres o los cuatro al agua. Aunque Naranjo apunta que cuando realmente se puede aprender a nadar es a partir de los ocho años. Pero ya antes los pequeños se habitúan al medio acuático o a llevar la respiración.

Por su experiencia, todo el mundo ha podido aprender a nadar. Los niños, por supuesto, pero también los adultos, incluso con pánico previo al agua. «Solo recuerdo a una persona que no. Se bajó por la escalera, subió y dijo ‘me voy’. Yo era novato, no supe reaccionar y me llevé un disgusto tremendo», recuerda. Es algo que depende de cada persona, matiza.

También tuvo jóvenes que despuntaban, como un nadador que luego fue al campeonato de España. Cuando veía algún caso, lo derivaba al club de natación, en el que él mismo fue técnico durante veinte años, otra etapa «de mucho trabajo pero muy feliz». Hoy cree que el modelo del pabellón sigue funcionando, con un club que marcha «súperbien», con otros como el Salvour que desarrollan modalidades en las que se compagina la natación con el salvamento, además del waterpolo o la sincronizada. Todos deportes de agua que se pueden practicar en el pabellón. Después de tantos años al borde de una piscina, Naranjo resume: «Adoro mi trabajo, estoy orgulloso de él y de mi empresa y me siento supervalorado».

«Hay ahogados cada verano por las imprudencias de la gente»

Manuel Naranjo comenta, sobre el elevado número de ahogados que hay en playas y piscinas en España cada verano, que esos accidentes ocurren por «las imprudencias de la gente». Explica el entrenador que uno no se ahoga por irse al fondo, sino por ponerse nervioso, comenzar a gritar y tragar agua. «Un niño que tenga algo de conocimiento y sepa y respirar no se ahoga, sabe flotar. Cuando yo era pequeño se ahogaba mucha gente en el Miño. Se echaban en cuanto salía el sol, sin estar acostumbrados, la corriente los llevaba, querían volver al mismo sitio y se ponían nerviosos, pataleaban y se ahogaban», cuenta. Naranjo dice que hay que valorar hasta donde se puede nadar. «Yo en la playa me alejo cinco metros y voy paralelo a la orilla. Si veo bandera amarilla no me meto al agua», advierte.

Por lo demás, la natación es un deporte completo: «No es traumático para las articulaciones, mejora el tren superior y la resistencia cardiovascular, es bueno para problemas cervicales y si tienes una hernia discal puedes nadar a espalda», enumera sobre las posibilidades.

En cuanto a instalaciones, Naranjo cree que las del pabellón están bien, aunque menciona el traslado del gimnasio desde el sótano actual y un techo para la piscina de 25 metros como mejoras posibles. «Lo que hay funciona de maravilla y el horario es amplísimo», considera.

Quién es. Manuel Naranjo (Caracas, 1955) es monitor de natación en el pabellón de Os Remedios desde hace más de cuarenta años.

Su rincón. La piscina Pedro Escudero, donde da cursos de natación, de iniciación y perfeccionamiento. También le gusta Oira, donde solía nadar en verano.