Los vecinos se movilizaron para contribuir a la protección del monte y también de las casas

Pura y Purita, como se presentan, ya estaban en su casa de Ourense el domingo cuando los alertaron del panorama que había entre Couto, Coutiño y Santigueiro, tres de las aldeas de la parroquia de Caxide que sufrieron los efectos del fuego y donde los efectivos de los servicios de extinción tuvieron que pelear metro a metro para frenar el avance del fuego. Con poca luz y mucho humo, sabían que desde el aire no iban a recibir ayuda. Todo lo que pudieran apoyar ellos eran bien recibido. Las brigadas no se podían multiplicar. Allí estaban efectivos de las Brif, de Valdeorras, de Castro Caldelas... Y también Antonio Domínguez, Marcos Piñeiro y Purita con sus batelumes suministrados por el Concello, empeñados en apagar restos, mientras Pura, hacha en mano, hacía lo que le parecía más adecuado. No les fue fácil a las dos mujeres. Las llamaron y hasta allá acudieron, aunque para ello tuvieron que dar una buena vuelta por Luíntra. De otro modo, no hubieran podido llegar. Tampoco fue fácil para los trabajadores de los servicios de extinción, como pudo comprobar el agente forestal Jorge Vidal, al frente de una parte del contingente desplazado desde Valdeorras, una de las pocas comarcas donde la actividad incendiaria se contuvo el fin de semana. «En máis de vinte anos que levo adicado a esto nunca vin que o ceo estivera coma hoxe, que a mediodía xa parece noite, e non só nun punto concreto, senón extendido por zonas moi amplias», reflexionaba, mientras las emisoras de comunicaciones no dejaban ni un segundo de descanso. Y todo ello mientras, al otro lado de la carretera, en un tramo inferior y complicado, un bulldozer marcaba el terreno para poner obstáculos al paso de las llamas, que ayer a mediodía empezaban a remitir, según la impresión de los técnicos, tras muchas horas de sudor.

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