Rapsodia para dos en El Cercano

tareixa taboada OURENSE

OURENSE

IAGO CORTÓN

Las artes plásticas de los creadores Sula Repani y Luis de las Cuevas arriban en la capital

16 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

«No estamos en la superficie más que para hacer una inspiración profunda que nos permita regresar al fondo», J. Valente. El espacio multicanal El Cercano, dirigido por el gran humanista Moncho Conde Corbal reproduce el diálogo entre pintura y escultura fruto de la colaboración entre la pintora Sula Repani y el escultor Luis de las Cuevas.

Todas las obras son directoras de atención desde la bidimensionalidad y el tratamiento de la superficie plástica y formas, color y técnica que domina la artista griega, a las estilizaciones propias de la escultura de tiempo y luz de Luis de las Cuevas en una combinación óptima que reflexiona y amplía ambos lenguajes expresivos. En ambas estrategias compositivas hay una voluntad de implicar al espectador en el proceso de creación.

Las historias que relata en sus obras Sula Repani son de tiempo continuo aunque la superposición narrativa hace que pasado y futuro se impregnen de presente. La memoria persiste como la identidad en un mestizaje cultural óptimo, como ampliación del espacio. Esta preocupación por la dimensión espacial, como superficie o territorio más allá de su naturaleza de contenedor ambiental de la imagen o soporte, se relaciona y refleja en el diálogo que establece Luis de las Cuevas en sus estructuras escultóricas. Y estas con el vacío en una estética del hueco que permite que el espacio circundante o aire penetre en la oquedad del vacío de la pieza, interactuando con la escultura y en todos los desplazamientos perceptibles que provoca al romper los límites del espacio tradicional. Una idea de levedad, de inestabilidad poética en la que se organizan los elementos en conflicto. Un equilibrio gravitatorio, una tensión que ordena los acontecimientos presentados, desplazando el espacio, los afectos, las emociones y las experiencias del color en la poesía sublime que pinta Sula Repani.

Luis de las Cuevas investiga la desmaterialización a través de la sistematización de los volúmenes geométricos con una querencia por la estilización de las formas que tienden a lo ingrávido e inmaterial, a la abstracción. Cada vez le interesa menos el contexto, la anécdota, la demagogia de lo narrativo en favor del equilibrio, la experimentación, la conceptualización de la idea, reducción de la pátina a monocromática con matices de oro bruñido, la síntesis elemental, mapa esquemático de conceptos, eliminando los elementos superfluos de la imagen desde una mirada ascética de la realidad, liberada de barroquismos retóricos que pudieran identificarse con un rechazo por la banalidad y alcanzando un purismo conceptual. Una forma que se eleva y expande en la pérdida de la corporeidad postnarrativa, casi mística, solemne que va encriptando su lenguaje en una mayor sofisticación. Formas extremas de un despojamiento inicial de Giacometti, el existencialismo del ser contemporáneo. Un análisis de la escala y la distancia que desplazan los arquetipos humanos y su capacidad para reducir a lo esencial y abstracto de un orden eidético, orgánico y germinal, al plantear bajo el mínimo matérico, lo específico que cuestiona los límites de la escultura. Remite desde la estética contemporánea a la sobriedad de la estatuaria antigua arcaica, descentrando el ritmo dinámico de sus líneas como Bourdelle.

Presiente el volumen como Brancusi materializando la energía que la forma expande. Síntesis de las formas en armonías abstractas.

La luz reverberante de Sula Repani confiere a las figuras una expresión enigmática y serena, sugiriendo gran ternura y una felicidad simbiótica con el paisaje. El color multiplica su matiz cromoluminarista y su valor emocional como expresión de afectos, sensaciones, emociones, epifanías, pensamientos y ensoñaciones. De ahí su componente surrealista en las formas, tanto objetivas, fruto de un dibujo que domina magistralmente, como una aproximación al Realismo mágico por el lenguaje que utiliza en sus exquisitas metáforas cromáticas, como abstracto cuando la expresión brota de la necesidad interior de transmitir una emoción o concepto ideal cuya tensión eleva la temperatura del color. Definido como color mental porque obedece a un concepto pero cuya concreción se vuelve emocional, visceral y expresiva por la intensidad de la experiencia, coexistiendo esta dualidad de manera elegante en la pintura de Sula, lo humano y lo trascendente, lo emocional y lo conceptual, la técnica y la pasión.

Opuestos enfrentados en armonía, equilibrio de la mancha y el trazo, escala y proporción y convivencia de presencias humanas, animales y naturales en una mirada y sensibilidad única.

crítica de arte