Los abuelos también vuelven a clase

Fina Ulloa
fina ulloa OURENSE / LA VOZ

OURENSE

MIGUEL VILLAR

Arrancó el curso de la escuela de Cruz Roja para mayores que ayudan en la crianza

01 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La pasada semana fue también la del primer día de clase para los ourensanos que se han inscrito en la Escuela de Abuelos Educadores de Cruz Roja. Pero para una treintena de estos alumnos que presumen de canas, los que entraron en esta singular academia ya en octubre del 2016 y encaran su segundo curso, la vuelta al cole se produjo ya el día 15 de septiembre. En esa jornada Herminia Mazaira (79 años), Daría Diz (85), Rosa Quintas (73) y Rosa González (66) se reencontraron tras el parón estival de forma muy similar a la que posiblemente hicieron los menores de sus familias días antes: con abrazos efusivos y preguntándose por las vacaciones.

Ellas son parte de uno de los cuatro grupos de alumnos que se formaron el pasado año -al que en este nuevo curso se unen otros tres- en esta escuela. La iniciativa se desarrolla en colaboración con la Consellería de Política Social de la Xunta y pretende convertirse en un apoyo psicosocial para ayudarles a adquirir las herramientas y los recursos necesarios para desempeñar el papel de abuelos en la sociedad actual, que les implica más en el cuidado y la educación. La iniciativa se desarrolla en tres aulas: la de Cruz Roja y otras dos en los centros sociocomunitarios de la Xunta de Ponte Pelamios y calle Concello.

El grupo es heterogéneo y las circunstancias de cada participante son muy distintas, según explican en el servicio de Familia de Cruz Roja, desde el que se coordina el programa. «Tenemos desde abuelos acogedores que ejercen un rol de padres a tiempo completo porque sus hijos están fuera, a otros que conviven en el mismo domicilio y ayudan, o los que los tienen un rato al día o solo en fines de semana y vacaciones», matizan.

«Ellos están encantados teniendo a sus nietos, pero les preocupa cómo ganarse su confianza»

El desarrollo del primer curso ha permitido tanto a la educadora social que dirige la actividad como a los voluntarios que participan como formadores en el mismo, sacar algunas conclusiones sobre cómo viven estos mayores su nuevo rol social y perfilar el diseño de contenidos en esta segunda edición que acaba de comenzar.

-¿Les sirve su experiencia como padres para asumir ese nuevo papel de abuelos cuidadores?

-Sin duda, a pesar de la gran brecha social y educativa provocada por los cambios sociales y a aunque se ven más mayores y dicen que la paciencia ya no es la que tenían cuando eran padres.

-¿Cómo han respondido a la experiencia?

-Son muy participativos. Se nota que son muchos los temas que les inquietan porque aunque ellos ya fueron padres y tienen esa experiencia, su posición ahora es distinta a la del abuelo en la generación en la que ellos eran niños y además los tiempos están cambiando muy rápido. Existe un enorme salto intergeneracional.

-¿Asumen más de lo que pueden abarcar?

-Es cierto que muchas abuelas y abuelos, por la propia estructura de la sociedad actual, asumen tareas cotidianas en el cuidado de los menores apoyando a los padres que en otro tiempo no harían; sin embargo ninguno nos ha comentado que les moleste o les suponga una carga. Ellos están siempre encantados con tener a los nietos, pero les preocupa cómo ganarse su confianza porque le dan mucha importancia a que los nietos les cuenten sus problemas y a saber cómo entenderse con ellos porque las formas de educar y de relacionarse los distintos miembros de la familia han cambiado y son muy distintas a las de generaciones atrás. Lo que no les gusta es esa frase que dice que los padres crían y los abuelos malcrían. Les molesta bastante ese rol.

-¿Qué les genera más inquietud?

-No hay ninguna tarea concreta que les asuste, ni siquiera los deberes escolares. Lo que más les inquieta es todo lo relacionado con redes sociales y nuevas tecnologías. Es un mundo muy desconocido para ellos y del que reciben informaciones muy negativas porque lo que ven en la tele son sucesos, casos de acoso por Internet y noticias similares. Lo asocian a un peligro y, como les sobrepasa y no lo entienden, les genera mucho nerviosismo cuando ven al nieto en el ordenador o con el móvil.

Aprenden desde juegos para educar a los nietos hasta el lenguaje de las redes sociales

Los técnicos y voluntarios que participan en el desarrollo de este proyecto fijan un tema para cada día. Aunque el esquema no es rígido ni teórico y, según explica la responsable del programa, el contenido se va orientando hacia las propias necesidades o inquietudes que en torno a una temática concreta van planteando los participantes. «Trabajamos sobre varios capítulos: las habilidades de comunicación; las herramientas lúdicas que pueden usar cuando están con los niños; les hablamos de diferentes estilos educativos y también tratamos el autocuidado, porque una de las finalidades del curso es que piensen en ellos y en tener su tiempo y su ocio. También les orientamos en las nuevas tecnologías», resume Jamaica Benéitez. Sobre este último asunto, se pretende que entiendan de forma básica algunos términos que forman parte del lenguaje cotidiano de los menores -como el de redes sociales-, y también darles algunas pautas sobre cómo protegerles en el uso de la Internet.

En esta segunda edición del curso que acaba de comenzar se incorporan algunas novedades «como técnicas de relajación para ayudarles a afrontar los momentos de desencuentro o de conflicto sobre todo con los adolescentes, que es una etapa que les preocupa mucho», señala. Ese taller completará el capítulo de los orientados al autocuidado, en el que también se ofrecen pautas de alimentación, ejercicio y hábitos de vida saludable. «Uno de nuestros voluntarios es enfermero y aborda estos asuntos desde un punto de vista más dinámico y con mucho humor, porque a ellos la teoría les sale ya por las orejas y saben de sobra lo que pueden comer», aclara. «En definitiva queremos que cuidar de sus nietos no les prive de su propia vida, porque ellos son los beneficiarios del proyecto», concluye Benéitez.