Dos firmas unen recursos para atender a 200 personas con daño neurológico

Fina Ulloa
fina Ulloa OURENSE / LA VOZ

OURENSE

MIGUEL VILLAR

La unidad creada entre Cosaga y Neuroburgas ofrece un servicio integral para pacientes ambulatorios

30 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Enrique es padre de tres niños, una de ellos, afectada de parálisis cerebral desde su nacimiento. «As secuelas comezamos a notarllas aos cinco meses, cando o seu irmán mellizo xa empezaba a dirixir as mans as cousas e a nena non era capaz; aínda pasaron outros catro meses que é o que tardaron en facer a valoración e mandala a terapia; un prazo que consideramos excesivo tendo en conta que o tema estaba avisado dende o seu nacemento», relata. Desde ese momento la familia tuvo que adaptase a una nueva realidad y comenzaron las idas y venidas a las sesiones terapéuticas «tanto ás que cubren dende o sistema público -que son moi limitadas porque aínda que hai excelentes profesionais hai unha lista de espera tremenda e as sesións son escasas- como as que conseguimos a través da mutua á que pertenzo en centros privados». La pequeña, que ya tiene diez años y se mueve en silla de ruedas, acude ahora a las instalaciones de Neuroburgas. «Aquí temos varios tipos de tratamentos xuntos e non temos que andar de un sitio á outro», matiza el padre.

Menores como ella suponen más del 60 % del trabajo de esta clínica especializada en rehabilitación neurológica que, desde principios de ese año, ha puesto en marcha con el hospital Cosaga una unidad específica para pacientes ambulatorios crónicos con daño neurológico. En ella atienden tanto a afectados por ictus o cualquier otro accidente cerebrovascular o traumatismos craneales, como a lesionados medulares y con otras patologías neurológicas.

El objetivo es atender a la persona una vez que sale de la fase crítica -que afronta el sistema público- y encara el reto de retomar su vida condicionada por las secuelas que el episodio le haya provocado. «En algunos casos casi son más las anímicas y psicológicas que las físicas», señala Delfín Campos, director clínico de Neuroburgas. Algo en lo que concuerda el director médico de Cosaga, Román Rodríguez: «El cómo se asimilan esos cambios depende de la persona; hay quien tienen una fortaleza anímica que les hace afrontar el proceso con ganas, pero en otros casos no es así», dice. Apunta también las diferencias para la familia. «Si es una persona muy mayor que ha tenido un ictus pero ya era dependiente o no estaba muy activa porque tenía otros problemas o achaques, es distinto que si tienes a una persona joven, que pasa de ser independiente a necesitar ayuda para cuestiones básicas. Puede ser incluso incapaz de expresarse, lo que genera mucha frustración y angustia en el afectado y en quienes están con él», añade el director médico de Cosaga. Los responsables de ambas entidades reconocen que el tipo de público mayoritario en la unidad no es el que esperaban. «Cuando la montamos pensamos que el porcentaje más grande sería de mayores, pero ha sido al contrario. Tenemos bastantes pacientes de 30 y 40 años que han tenido un ictus, o lesionados medulares que pasan de salir de marcha o hacer deporte a verse que incapaces de hacer cosas básicas, como ir al baño y limpiarse solo», explica Delfín Campos.

Los daños neurológicos pueden afectar a distintas partes del cuerpo y provocar desde problemas motrices con limitación y falta de coordinación de movimientos, a la pérdida o limitación de la capacidad para expresarse o de otras funciones cognitivas. La buena noticia para ellos es que «hoy en día, con trabajo y con esfuerzo e implicación también por parte del paciente, se pueden recuperar en grados muy importantes, tanto de funcionalidad como en capacidad psicocognitiva y motora», dice el director clínico de Neuroburgas.

Un piso piloto para aprender a desenvolverse por sí mismo y mejorar la autonomía

La creación de esta nueva unidad para la atención ambulatoria de pacientes ha incrementado la demanda de atención en Neuroburgas, que ya lleva funcionando como centro especializado en rehabilitación neurológica desde hace seis años. «En la actualidad trabajamos con 240 pacientes», señala Delfín Campos.

Ese incremento de la demanda ha animado a esta empresa a buscar nuevas instalaciones capaces de atender con mayor comodidad a quienes buscan sus servicios. «Ahora mismo, en los 180 metros cuadrados que tiene el actual local, estamos muy limitados», reconoce el director clínico. El nuevo proyecto ya está en marcha y esperan iniciar en abril las obras de la nueva instalación que permitirá tener zonas de trabajo diferenciadas dependiendo de la edad del paciente. «Tendremos una sala de integración sensorial y otra de rehabilitación exclusiva para niños que estará separada de la zona de adultos», señala Delfín Campos.

La nueva instalación de Neuroburgas, en el barrio de O Vinteún, tiene 500 metros cuadrados construidos y se parecerá poco a la actual. Empezando porque todas las salas tendrán luz natural con ventanales al exterior. Incluso incorporará un gimnasio al aire libre.

Pero lo más novedoso será un piso piloto adaptado a minusválidos. «Su función es que, cuando tengamos a un lesionado medular o un afectado por traumatismo craneoencefálico, esa persona pueda adaptarse a su nueva realidad física y ver, por ejemplo, cómo puede ahora afrontar la tarea de cocinar, qué tipo de elementos específicos existen y los cambios que se deben hacer en aspectos como la altura de los armarios o la localización de los enchufes; cuestiones que le pueden dar ideas y ayudarle a preparar su vivienda para ser lo más autónomo posible».

Pero la vivienda simulada no tiene como único objetivo que la persona vea lo que será necesario cambiar en su hogar y conozca las ayudas de las que puede beneficiarse Los fisioterapeutas ocupacionales de la unidad utilizarán el piso piloto para enseñar al paciente cómo debe moverse y realizar sus tareas de la vida cotidiana cuidando de su propia seguridad y sin sobreesfuerzos posicionales que puedan ocasionarle otros problemas. «Servirá, por ejemplo, para que aprendan como acostarse o levantarse de la cama, o como debe entrar en el baño», señala el director clínico de Neuroburgas, Delfín Campos.

Atención para el afectado y la familia

La unidad creada por Cosaga y Neuroburgas centra su actuación en los que necesita el paciente pero también en lo que precisa la familia. «Se trata de facilitar al máximo la situación; de que, además de asimilar el golpe anímico y las secuelas físicas, no tengan que andar peregrinando de un lugar a otro para recibir los tratamientos que necesitan», resume Delfín Campos.

El equipo humano es multidisciplinar. En la veintena de profesionales hay neurólogos, internistas, médicos rehabilitadores, psicólogos, fisioterapeutas, logopedas o terapeutas ocupacionales, entre otros. Su trabajo se apoya en los recursos técnicos de ambas entidades para cubrir tanto la faceta puramente rehabilitadora como la de diagnóstico y las pruebas -TAC, resonancias, electromiogramas, ecografías, etcétera- necesarias. Ellos son los encargados de hacer la valoración inicial y de diseñar el itinerario de recuperación con los especialistas que necesita su caso. «En ocasiones aparecen problemas derivados, como los articulares, por ejemplo. La puesta en común de los medios de Cosaga y Neuroburgas permite que no tengan que estar pasando por un viacrucis cada vez que necesitan un profesional concreto o una prueba; si lo necesita, se le manda directamente», señala Román Rodríguez. «Para el paciente y la familia saber que tienen profesionales que les siguen y conocen los pormenores de su caso, supone una tranquilidad», matiza Román Rodríguez.

La asistencia incluye aspectos como los burocráticos, relacionados con la adaptación de la vivienda o la gestión de prestaciones. «Buscamos las ayudas públicas que hay o les orientamos para que el paciente pueda optar a apoyos o becas que les ayuden a afrontar el coste que la nueva situación supone, incluido permitirse el tratamiento que necesita», aclara Delfín Campos.