Los misterios del Sangri-la

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santi m. amil

Trampantojos fotográficos de Plácido L. Rodríguez, en los rincones del restaurante

28 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«¿A quién va usted a creer, a mí o a sus propios ojos?» Groucho Marx. Resulta un privilegio descubrir los rincones secretos del Sangri-la (Rúa Reza, 13) a través de la mirada genial del artista Plácido L. Rodríguez enmarcado en el Outono Fotográfico. Y después de degustar la mejor cocina vegetariana de la ciudad, las deliciosas recetas de Teresa, su inteligencia creativa y hospitalidad.

Las anamorfosis de Plácido resultan de variar el encuadre deformando la imagen de tal manera que solo es visible si se observa de forma no convencional, dando lugar a las múltiples realidades de un objeto. Dialogando con el espacio y la imaginación, ejercitando la inteligencia para descubrir un paraíso lleno de encanto en la «otreidad» de los objetos dependiendo de la mirada que suscita la forma en que se mira. Desde los originales encuadres, la imagen se construye proyectada sobre un plano oblicuo, desenfocado o cuya perspectiva alterada anula la realidad física, aislando la dimensión real de la materia fotografiada que queda ininteligible por la pérdida de información. Y simultanea otras alteridades a través de ilusiones ópticas.

Plácido modifica la percepción del espacio mediante efectos lumínicos o reflejos arquitectónicos. Recursos plásticos como alterar la distancia focal y el aire entre los objetos y el enfoque, la altura de la cubierta o la longitud de los escalones que hipertrofian las formas, utilizando trampantojos interiores, al disponer el mobiliario del restaurante para componer escenas complejas a partir de los objetos, ventanas, escaleras, lámparas. Invirtiendo y haciendo desaparecer su apariencia o funcionalidad para convertirse en artefactos artísticos y estos en idea, sensación e ilusión. Trampantojos taraceados en muebles o simulándolos, de gabinete, cupboard o de armero, que se adscriben al contexto «cuadro dentro del cuadro».

Alteraciones del método Schüffan. Delante de la cámara se coloca un espejo parcialmente transparente, eliminando el efecto reflectante que Plácido utiliza para alimentar la ilusión. En la parte espejada se refleja el trampantojo y a partir de la transparente la escena real. Añade efectos ilusionísticos como la perspectiva forzada, situando el objeto relativamente cerca de la cámara pero que ocupa solo una parte del encuadre, compartido por la escena real que como ambientación nebulosa se sitúa más lejos ocupando el resto del encuadre. Generando, así, una sensación óptica estimulante, una escenografía que mantiene en tensión los elementos que la forman simultaneando otra realidad creada por ingeniosas variaciones en la escala y la profundidad de campo a través de un conocimiento sedimentado de la óptica, fotografía y técnica estereoscópica.

La magia efervescente de las imágenes sugeridas que Plácido construye convierte en bosque de acuosos celajes y reflejos misteriosos las tarteras y en lírica la imagen infantil como un evocado recuerdo. Duplicando la escultura que juega con su reflejo convertido en niño; el brillo de los lirios de azules cristales rotos que acarician aterciopelados y aristados el claroscuro del interior.

Cabe destacar la magnífica capacidad de Plácido en la captura del instante y del retrato psicológico con la soberbia bicromía del retrato de Teresa, mitad café, mitad espuma de mar, inteligencia y ternura. Su lúcido autorretrato con un ojo ciego por la estrella que le guía, misteriosa e inquietante, Leticia oculta su belleza tras una hoja de col y un ojo aovado y cíclope. La cabeza decapitada de Fran parece posarse en un estante de la escultura sobre la que como contrapunto, reposa la copa dignificando su profesión. La mirada de Fran increpa al espectador con profunda y enigmática intensidad. El retrato de Plácido mantiene el carácter aurático de la obra de arte, siendo paradigmáticos los que realizó de Robert Mapplethorpe para la revista Arte Fotográfico y sus colaboraciones para Álbum, Diorama, Cuba, 4 cámaras, un obxectivo. Comisario de La aventura de lo real: 5 fotógrafos cubano, cuenta con obra en el fondo cubano de La Habana. Otro homenaje a Cuba es De Norte a Sur en Galería Visol. Los fantasmas descienden por las escaleras componiendo una instalación que representa las artes bajo los árboles de alambre y escueta su sombra dibuja el perfil de la Sagrada Familia. La vela se convierte en una flor de loto y en un pájaro tropical, la cera derretida. Baldas sostienen copas de cristal cuyos bordes invertidos dibujan ondas de agua en el espejo inmóvil en el que se proyectan las siestas perdidas…