La «ourensanía» y las nabizas

Ruth Nóvoa de Manuel
Ruth Nóvoa DE REOJO

OURENSE

13 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Quizás conozcan el cuento del caldo de piedra. Hace muchos años a un pueblo remoto llegaron unos forasteros y, tras pedir algo de comer a los vecinos, se encontraron con el no como respuesta. Entonces los recién llegados cogieron una piedra del suelo (tardaron rato en escogerla, como si les costara encontrar la mejor, y llegaron a desechar al menos una decena) y aseguraron a los paisanos que con ella iban a preparar un delicioso caldo. Solo tendrían que prestarle una olla, algo de agua y permitirle ponerla al fuego. Incrédulos al principio -se rieron incluso de semejante ocurrencia- al final les pudo la curiosidad y juntos se instalaron frente a la lumbre.

Los forasteros se relamían mientras daban vueltas al caldo con una cuchara de madera. Chop chop. El agua hervía y ellos, con cuidado, la iban probando. «Qué lástima, con un poco de carne estaría todavía más rica». Y los vecinos le daban un trozo de carne. «La verdad es que está quedando un poco sosa». Y le daban sal. «Con unas nabizas esto estaría delicioso, la verdad». Y las nabizas acababan en la olla. «Unas patatas y nos chuparíamos los dedos». Y añadían las patatas. El final del cuento se lo imaginan. El caldo, que había empezado siendo una piedra sumergida en agua, acabó siendo un suculento plato de cuchara.

La ourensanía sería algo así como la olla y la piedra. En realidad, nada. Porque con una olla, por muy reluciente que esté, y con una piedra, por muy perfecta que sea, nadie puede cocinar un buen caldo. La carne, la sal, las nabizas y las patatas son los ourensanos que, como José Sousa, premio Ourensanía 2016, llevan toda la vida trabajando. Y lo hacen por ellos mismos y, de algún modo, por la tierra que los vio nacer. Una tierra donde nos gusta tomarnos el caldo con muchos ingredientes. Y usted, ¿qué quiere ser en esta historia? ¿Piedra o nabizas?