Asoman en O Ribeiro desde Italia las cepas resistentes a enfermedades

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MIGUEL VILLAR

Un trabajo de investigación prevé también nuevas variedades a partir de las gallegas

03 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Pocas veces una intervención tan técnica puede sonar a música celestial. Ocurrió con una jornada de trabajo de la Asociación de Enólogos de Galicia celebrada en O Ribeiro. Precisamente en unos días en el que viticultores y cosecheros se enfrentan a la casi definitiva evaluación de daños antes de la vendimia, con el mildiu como causante de buena parte de los dolores de cabeza y las mermas, la perspectiva de disponer de cepas prácticamente inmunes a las enfermedades genera el natural entusiasmo. Aún no existe esa treixadura resistente, ni hay godello, ni mencía, ni ninguna de las demás variedades que dan lustre a los vinos gallegos, pero en ello ya trabajan desde Italia en una experiencia conjunta la Universidad de Udine, el Instituto de Genómica Aplicada y los viveros VCR (Vivai Cooperativi Rauscedo), a quienes en España representa la firma Agromillora. Fue Patricio Vilalba Segovia, en representación de esta última, quien puso los dientes largos a los enólogos gallegos en la cita.

La presión de la UE hacia la viticultura sostenible y el recorte en los tratamientos, sumado al interés evidente que muestran los consumidores en algunos países por el sello ecológico, sitúa en una buena posición de partida una alternativa de variedades que en Italia ya está reconocida y en España se encuentra en proceso de registro. Por el momento, sin embargo, la música celestial está limitada a media docena de piezas. Del cabernet sauvignon se han logrado dos variantes resistentes, a las que como apellido le han puesto volos o eidos, igual que al merlot le han añadido khorus para diferenciarlo y el sauvignon blanc es sauvignon rytos. Por citar las más conocidas.

Vitis vinífera y silvestre

Las nuevas cepas, explica Patricio Villalba, son la suma de un 98% de la genética de la variedad vitis vinifera y no más de un 3% de vid selvática, silvestre, que es la que confiere la resistencia a las enfermedades al incorporar de un modo natural el gen de resistencia. El trabajo de investigación, aclara, lo ha hecho es acelerar un proceso que se hubiera podido dar de forma absolutamente natural, aunque en ni se sabe cuántos años. O siglos.

Las experiencias que ya se están desarrollando en viñedos de España dicen que con uno o dos tratamientos, meramente preventivos, se mantiene una viña sin ataques de enfermedades en lugares donde, con variedades convencionales, la cifra sube entre diez o veinte tratamientos.

Desde la segunda quincena del siglo XIX se buscan soluciones a las enfermedades de la vid. Se ha trabajado en distintas vías, como ayer se puso de relieve, alguna de ellas descartada por razones de salud. Esta experiencia, sin embargo, cuenta con todas las bendiciones. En Italia, al menos, ya las ha conseguido. Y están registradas diez variedades nuevas, a partir de las más introducidas en el mundo y otras autóctonas, como la tocai friulano. «Nuestras variedades no son ni mejores ni peores. Son distintas», dice Villalba Segovia, cuyas palabras hallaron eco en la cata comentada del profesor riojano Antonio Palacios en el mismo acto.

Se caracterizó la variedad tras el cruce, se vio la resistencia, la evolución y la descendencia; se observó el comportamiento agronómico y enológico, para ir a un segundo cruce. «El tiempo dirá», resume el reto Luis Buitrón, el presidente de la Asociación de Enólogos de Galicia.