«La gente quiere bailar, no ver pantallas»

Cándida Andaluz Corujo
cándida andaluz OURENSE / LA VOZ

OURENSE

miguel villar

La cantante ourensana recorre con su grupo decenas de pueblos de Ourense

28 jul 2016 . Actualizado a las 18:51 h.

«Y nos dieron las diez y las once, las doce y la una y las dos y las tres. Y desnudos al amanecer nos encontró al luna». Esta canción de Joaquín Sabina que Rosa Bolaño interpretó la semana pasada sobre el escenario de las fiestas de A Ponte, define su pasión: la música. Es la vocalista de la orquesta Arabia. Todos sus componentes son de Ourense. Desde músicos a técnicos. Son Alfonso Rey, Óscar Pérez, Óscar Vázquez, Víctor José Castro, Bernardino Iglesias, Pablo Castro, Iván Varela, Sinesio Gesteira y Javier de Palacio. María se empeña en nombrarlos porque, asegura, son como una gran familia.

La vocalista ourensana empezó en el mundo de las orquestas por casualidad. Aunque no tanta. Cantaba en la iglesia de la Inmaculada cuando un vecino de la zona le hizo la primera propuesta: cantar en el grupo Vagalume. Tenía entonces 18 años y ni se lo pensó. De ahí pasó a otra formación musical y desde hace siete años recorre la provincia con Arabia. Como el resto de sus compañeros, Rosa Bolaño tiene otra profesión al margen de la orquesta. Es maestra y monitora y da clases en Franciscanas a los niños de baile y pintura. Actualmente tiene 37 años y todos los sábados acude a ensayar con sus compañeros. Aunque, subraya, la formación va con todo aprendido de casa. Así que es difícil cuantificar las horas que dedica a lo que ella llama «su droga». Solo actúan en verano y programan alrededor de treinta actuaciones, casi todas por localidades de Ourense y otras cercanas, como Chantada.

Con media vida a sus espaldas dedicada a actuar en orquestas, asegura que todo ha cambiado mucho y que ahora no se gana mucho dinero. Lo dice porque para ella lo de cantar no es un trabajo. Es una manera de relajarse y olvidar los problemas por unas horas. «Nos quedamos sin verano, no tenemos vacaciones y abandonas parte de tu vida. Pero lo hago porque me gusta. Cantando soy la persona más feliz del mundo», afirma.

Defensora de la música en directo, tiene claro que la filosofía de una orquesta debe ser la misma que la de antaño. Y critica a aquellas que hacen más espectáculo que música. «La gente quiere bailar, no ver pantallas. Eso es otra cosa. Hay espectáculos muy bonitos pero que no hacen disfrutar a la gente. Por ejemplo, el otro día en A Ponte, la gente no paraba de bailar. Eso es lo que buscan cuando acuden a ver a una orquesta», subraya. Al trabajar en pueblos pequeños, en donde la media de edad de las personas es alta, el repertorio es muy importante. Rosa explica que suelen elegir los temas que tocan entre todos, que tienen un gran repertorio y que deciden qué canciones interpretan cuando descubren a qué publico tienen delante. «Si tenías preparado salsa y ves que a la gente le gusta más el pasodoble, pues lo quitas. O si hay gente más joven y crees que le gusta Amaral, pues incluimos su tema», relata.

Arabia suele ofrecer sesión vermú y verbena. Esto les obliga a dedicar un día entero a actuar en una localidad. Van horas antes para tener todo preparado y al finalizar la jornada, según explica Rosa, aún tienen tiempo para compartir una tertulia en un bar antes de irse a casa. «Somos una gran familia. Compartimos penas y alegrías y nos entendemos muy bien. A veces los técnicos que se quedan tras el concierto para recoger todo llegan antes a casa que nosotros», dice.

Al margen del lado más romántico de las orquestas, Rosa Bolaño asegura que se viven tiempos malos para las formaciones pequeñas. Que mucho del dinero que pueden ganar se queda por el medio y que en más de una ocasión tienen que reducir el caché para adecuarse a las necesidades de las comisiones de fiestas. «Ojalá se respetase la música de las orquestas pequeñas. Ya en el año 2000, el propietario de Vagalume decía que era el fin de este tipo de formaciones, con la llegada de los chinos, en referencia a la tecnología», relata.

Rosa Bolaño es todo energía. Eso le ayuda a subir al escenario cada noche, presumiendo de su gran orquesta y de su pasión.