Miguel Lorenzo Gawenda: «Resulta necesaria más cultura de seguridad privada en Ourense»

p. seoane OURENSE / LA VOZ

OURENSE

Antonio Cortés

«No se puede poner a un policía en la puerta de cada joyería, de cada banco o instalación de riesgo»

06 mar 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Vive en Ourense desde 1997. Miguel Lorenzo Gawenda es presidente de la Asociación Nacional de Profesores Acreditados de Seguridad Privada. Dirige en la ciudad un centro de estudios en emergencias, seguridad y protección. Es responsable de la puesta en marcha de los cursos de director de seguridad de la Universidad de Santiago en 2008. La organización del curso de formación reglada en seguridad privada que se celebrará en Ourense en los próximos días lleva su firma.

-La nuestra es una actividad y es un servicio que contribuye a la tranquilidad pública. Se trata de un conjunto de empresas y servicios cuya finalidad es prevenir el delito. La ley de seguridad ciudadana de 1992 viene a decir que si una empresa tiene una actividad con ánimo de lucro, que genera riesgo, tiene el deber de autoprotegerse. Ahora mismo lo que esperamos es que pueda avanzar la tramitación del nuevo borrador de reglamento, que permita para salir de la atípica situación que vivimos, con una ley del 2014 y un reglamento del año 1994. Es una situación incómoda, que se ve afectada por el momento político.

-¿Se puede hablar, como en sanidad o educación, de la eterna polémica público y privado?

-No. La seguridad privada no supone privatización del sistema público. Se debe entender que no se puede poner un policía a la puerta de cada joyería, de cada banco, o de cada instalación de riesgo. Los titulares deban adoptar medidas de protección. Es complementario. No es un elemento de competición, sino de colaboración. La seguridad privada está en el lugar que es objetivo del delincuente. Puede detectarlo. De ahí la necesidad de colaboración. Ni disminuye la eficacia ni lleva a reducir efectivos en fuerzas y cuerpos policiales. La seguridad privada no persigue el delito, es un medio de prevención y disuasión.

-¿Cómo andan de imagen?

-Creo que es bueno hacer ver a la sociedad que este personal está para proteger sus bienes, su agua, su electricidad, sus presas, los medios de transporte...

-Es presidente de la asociación de profesores de seguridad privada. ¿Qué retos tiene por delante?

-El principal, previsto por la ley desde 2014, es el de la formación reglada. De 180 horas para el personal operativo pasamos a contemplar una FP de 2.000 horas. La cualificación y la imagen profesional va a ser muy distinta. La formación universitaria del detective pasará de tres a cuatro años. Los directores de seguridad también tendrán formación como grado universitario. Un gestor de seguridad privada estará tan cualificado como cualquiera de las fuerzas de seguridad.

-¿Tienen director de seguridad todas las empresas que deberían contar con esa figura?

-En absoluto. Pongo un caso práctico. El hospital de Ourense debería tenerlo, pero no es así porque esconde a tres o cuatro vigilantes, que adscribe a otros departamentos o servicios, para no alcanzar la cifra de 24, que por norma exige un departamento de seguridad y un director. No es el único caso. Esperamos que el nuevo reglamento lo concrete mejor, como con la prevención de riesgos laborales.

-¿Estamos peor o igual que en otros lugares en cuanto a la valoración de este servicio?

-En general, falta cultura de seguridad privada. En todas partes. En Ourense también resulta necesaria más cultura de la seguridad privada. Entenderla.

-¿Por qué esa carencia?

-Basta decir, porque resulta muy indicativo, que en la dirección de una empresa de alta tecnología de la Tecnópole desconocen la diferencia entre la prevención de riesgos laborales y la dirección de seguridad. Y es que las escuelas de negocios no forman en este ámbito y no explican al directivo, al ejecutivo de la gran empresa, la relación entre seguridad y beneficio, la reducción de pérdidas y el nivel de vulnerabilidad que puede aporta un especialista en la materia. Hablamos de espionaje industrial, de amenazas antisociales, de prevención de la merma, es decir, de lo que pierde una empresa porque tiene hurto interno, externo y errores de gestión. Hay directores de empresa a quienes hablas de mermas y no saben qué es ni cómo abordarlo.

miguel lorenzo gawenda guerrero formador experto en seguridad y protección

«Si hubo un tiempo que era refugio de personas sin otra ocupación, hoy no es así»

Cada año, desde 1997, Miguel Gawenda ha contribuido a la formación de 140 personas como vigilantes de seguridad. Se trata de un sector que crece. Escoltas, guardias rurales de caza o pesca, detectives privados y directores de seguridad suman más personal que las fuerzas policiales.

-¿Gozan de consideración los profesionales del sector? ¿Es un refugio para personas que no encuentran otra ocupación?

-Hay un antes y un después de 1992. Desde aquel año existe una regulación clara, una formación, unos estudios y una exigencia de ausencia de antecedentes. El profesional de seguridad recibe una formación adecuada. Si hubo un tiempo en el que era un refugio para personas sin otra salida profesional, hoy no es así. Cada día nos encontramos con gente más preparado. En el caso del personal operativo, los vigilantes de seguridad, la formación exigida es de 180 horas y solo Suecia nos supera, con 288 horas. Somos el segundo país del mundo en exigencia. En detectives, el primero, con 1.800 horas, es decir, tres años de universidad.

-¿Hay personas que trabajan en este ámbito sin estar cualificados, o sin homologación?

-El intrusismo existe y hace daño, tanto en personal como en empresas y centros de formación. Si nos vamos a la estadística, es absolutamente anecdótica la situación, aunque los casos individuales acaban teniendo mucho eco periodístico.

-¿Y en su ámbito, el de la formación, hay «piratas»?

-Es importante el control de la formación. No se están inspeccionando suficientemente los centros de formación. Los hay que no llevan a cabo las prácticas necesarias, con lo cual tenemos personal que sale de algunos centros, inclusive en esta provincia, sin que les hayan enseñado a manejar un extintor o una manguera. Y es un riesgo.