Tres ingredientes son indispensables para que el talante pueda convertirse en uno de los aspectos a destacar de una persona: la voluntad, el deseo y el gusto. A estas alturas a nadie le asombra que diga que el alcalde de Ourense tiene voluntad. O por lo menos que decide y ordena. El deseo tampoco le falta y el gusto por ser alcalde se le presume tras haberse presentado a las elecciones. Pero tiene que haber algo más para que ese talante dé buenos resultados. Es la voluntad, el deseo y el gusto del que está enfrente. El talante, pues, del resto de administraciones. Se cumplió ayer un mes de las elecciones municipales y once días desde que es alcalde de los ourensanos. Le ha sobrado tiempo para demostrar que al Partido Popular lo que le sobra es el talante. Ha conseguido que el presidente de la Confederación Hidrográfica, de la Diputación, la ministra de Fomento y el delegado territorial de la Xunta hablen de un nuevo rumbo y muestren su cara más amable y compresiva con el Concello de Ourense. E incluso que al delegado para el noroeste de la SGAE no le parezca mucho lo que le adeuda la institución municipal y que Ana Pastor firme en el libro del Concello, cuando no es la primera vez en los últimos meses que visita la ciudad. Demasiado buen rollo. Lo cierto es que hace dos meses, el Concello representaba a las mismas personas que lo hace ahora y el talante del resto de administraciones no era el mismo. No se trata de desmerecer el tesón del actual alcalde sino de poner en evidencia el cambio de aquellos que ahora sonríen.