Los huesos encontrados en A Veiga son del holandés desaparecido en Petín en el 2010

María Cobas Vázquez
m. cobas O BARCO / LA VOZ

OURENSE

Margo Pool, que sigue viviendo en Santoalla, reconocía ayer que le habían comunicado que los restos eran de su marido

12 sep 2014 . Actualizado a las 09:16 h.

A una semana de cumplirse tres meses de la aparición de unos restos óseos en un monte del municipio ourensano de A Veiga, la autopsia ha confirmado que pertenecen a Martin Verfondern, el holandés desaparecido en Petín en enero de 2010.

El cadáver del hombre fue encontrado después de que un helicóptero que participaba en un incendio avistase un todoterreno en medio de un monte en el pueblo de Lamalonga, que conecta con Santoalla, la localidad en la que residía Verfondern, a través de pistas forestales. El coche estaba semiquemado y en sus alrededores se encontraron los restos óseos de un cadáver que había acusado el paso del tiempo, las duras inclemencias meteorológicas y la acción de las alimañas. El Instituto de Medicina Legal de Galicia pudo certificar que se trataba de Verfondern, tal y como trasladó al juzgado número 2 de O Barco, desde el que esta misma semana se notificaba a la mujer de Verfondern.

Margo Pool, que sigue viviendo en Santoalla, reconocía ayer que le habían comunicado que los restos eran de su marido y que podía pasar a por ellos. Eso sí, añadía que todavía no los había recogido porque no le habían dicho cuándo hacerlo. Lo que sí tenía claro es que no realizará ningún funeral. Cabe recordar que ya celebró uno cuando se cumplía un año de la desaparición de su marido, convencida, según contaba entonces, de que su marido estaba muerto en las montañas.

Intensa búsqueda

Pool siempre se mantuvo firme asegurando que su marido no se había ido por voluntad propia, y aunque lo buscó sin descanso por los alrededores de su casa (la última vez que fue visto, Verfondern enfilaba hacia Santoalla después de pasar por la plaza de Petín), nunca tuvo éxito. Tampoco los intensos dispositivos de Protección Civil y Guardia Civil, que incluyeron rastreos con perros, búsquedas con buzos en los embalses, desde el aire con helicóptero, e incluso, hace no muchos meses, el uso de una cámara térmica para tratar de localizar el coche. Ni rastro de Verfondern hasta el pasado junio, y eso que siempre había estado ahí.

La investigación, que está bajo secreto sumarial desde que se descubrió el cadáver, continúa. En este tiempo son varias las personas que han sido citadas a declarar ante el juez, pero de momento no hay imputados.