«Siempre quise que mis alumnos guardaran un buen recuerdo»

Cándida Andaluz Corujo
cándida andaluz OURENSE / LA VOZ

OURENSE

Miguel Villar

Fue profesora matemáticas de varias generaciones de ourensanos

27 ene 2013 . Actualizado a las 14:30 h.

Su nombre es Adela Iglesias Fernández (Ourense, 1934) pero para varias generaciones de ourensanos es doña Adela. Profesora de matemáticas, ya retirada, guarda todavía su pasión por los números que dice están en todas partes, en todas las disciplinas. Adela supo desde muy joven que quería ser maestra. Su capacidad le llevó a conseguirlo con solo 20 años, después de haber terminado el bachillerato y Magisterio uniendo varios cursos. Recuerda a un profesor, Jaime Vázquez, de Estudios Galicia, en donde dio clases, que le metió el gusanillo del gusto por los números, lo que la llevó a licenciarse por la UNED y especializarse, más tarde, en matemática moderna. Fue la única mujer de su promoción que aprobó. «Entonces me tocó viajar a Madrid a Espasa Calpe para buscar libros, estudiar y conocer todo sobre matemáticas», relata. Se convirtió en la primera mujer en dar clases en un colegio privado en Ourense. «Primero me llamaron de Carmelitas y después de Maristas. Cuando llegué eran todas sotanas. Pero me trataron excelentemente».

Su persona se ligó entonces al que llama, entre risas, el «Adela móvil», un coche Mini de color verde que le acompañó entre clase y clase de un colegio a otro. «La gente se quedaba mirando al coche, ya sabía que venía a clase de lejos». Es más, nunca faltó a ninguna. Adela se jubiló hace 13 años pero todavía ayuda a su nieta en algunas asignaturas, entre ellas informática, «que no dejan de ser números», explica. Para ella retirarse fue una victoria. Su miedo a padecer de alzhéimer, una enfermedad que sufrió su padre, le hizo reflexionar: «Tenía miedo a que me fallara algo. Quería que me recordaran siempre con la cabeza fresca, en plena capacidad. Yo siempre preparé todas las clases la víspera».

Adela Iglesias asegura haber tenido muy buenos alumnos, aunque prefiere no dar nombres. «Hubo un año en Maristas en donde todos los alumnos sacaban sobresaliente, muchos triunfaron e incluso uno de ellos ganó las olimpiadas gallegas de matemáticas. Yo quería las matemáticas e intentaba que mis alumnos también, hacía las clases muy activas y daba apuntes que alguno llegó a usar incluso en la universidad». No se arrepiente de nada, dice, y aunque tuvo la oportunidad en varias ocasiones de dejar Ourense para ir a otros destinos, no lo hizo. «Siempre quise que los alumnos guardaran un buen recuerdo».

Otra de sus pasiones está a varios kilómetros de la capital ourensana. Es la estación de montaña de cabeza de Manzaneda, en donde fue presidenta de la comunidad de propietarios. Recuerda cuando incluso con su Mini llegaba con dificultad entre grandes nevadas a una estación todavía en pañales. «Escapaba allí y respiraba aire fresco. Me renovaba por dentro para regresar de nuevo a las clases». Doña Adela esta todavía muy presente en varias generaciones.

adela iglesias fernández