o comulgo con los que justifican la escasa programación de ocio cultural en Ourense con el argumento de que «se organizan muchas cosas pero la gente no va». La aseveración es cierta pero surge de un planteamiento errado, o de la ignorancia, que no se sabe qué será peor. Es cierto que se organizan muchas cosas, pero solo algunos días. Los mismos días, para ser más exactos. Y claro, los ourensanos no tienen el don de la ubicuidad. Ayer fue un nuevo ejemplo de la falta de conexión entre los distintos programadores (institucionales o privados) que funcionan en la ciudad, y del reparto obligado del público. No me harán creer que quien acudió a escuchar a una de las más brillantes concertistas españolas de órgano en Santa Eufemia no hubieran disfrutado con la Coral de Ruada y Brañas Folk en el Simeón, o con el concierto de la Banda Municipal en el Liceo. O incluso (por no cambiar de escenario), escuchando al siempre ameno Ramón Pernas, que presentó allí mismo su último libro, o al gran Moncho Borrajo que se transformó en César en el Principal. Todo comenzaba entre las ocho y las ocho y media. Hora, por cierto, inexplicable para un viernes, en la que los funcionarios ya no tienen que madrugar al día siguiente; razón que justifica para muchos semejante horario. Al parecer en Ourense si uno firma contrato laboral privado y es cajera de supermercado, dependiente o administrativo en una gestoría, es incapaz de apreciar la música, el teatro o la literatura.