Reclaman casi 80 años de cárcel para tres presuntos proxenetas

Marta Vázquez Fernández
mARTA VÁZQUEZ OURENSE / LA VOZ

OURENSE

Las prostitutas dicen que no las coaccionaban y que tenían su pasaporte

20 jul 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Siete años de espera para celebrar un juicio que se cierra con lagunas. Demostrar la explotación sexual de mujeres por parte de redes de proxenetas suele ser muy complicado por la escasez de material probatorio, pero lo es mucho más cuando los testimonios de las propias víctimas -por lo general única prueba de cargo- son tan poco precisos como los que se escucharon ayer en la sala de vistas de la Audiencia Provincial de Ourense.

El fiscal había conseguido sentar en el banquillo de los acusados a tres imputados que, según él, habían facilitado que mujeres originarias de Paraguay viajasen a España y, posteriormente, al club de alterne Skala 2000, de Vilamartín de Valdeorras, donde las habrían obligado a prostituirse para saldar una deuda contraída por el viaje.

Tal y como era previsible, Carlos Felipe A. S., Shirley A. V. y Adriana E. V., que se enfrentan a peticiones de penas de 30 y 26 años de prisión respectivamente, negaron haber obligado a las mujeres a ejercer la prostitución. Reconocieron que habían hecho algunos viajes a Madrid para recoger a chicas, pero no que después las hubiesen tenido encerradas en el local o que las hubiesen amenazado. Según sus declaraciones, las denunciantes eran «muy felices» allí y ejercían la prostitución por su cuenta, pagando simplemente el alojamiento en el club. Todo hasta que en febrero del 2004 se produjo una llamada anónima a las fuerzas de seguridad en la que se alertaba de que en el Skala 2000 se traficaba con drogas y, además, se obligaba a mujeres a mantener relaciones con los clientes. La Guardia Civil hizo una redada y los agentes terminaron por llevarse a cuatro chicas que aseguraron que las habían mantenido retenidas contra su voluntad.

Las víctimas fueron trasladas a una casa de acogida de Vigo de la que terminaron por marcharse pasadas algunas semanas. Posteriormente, y de acuerdo con lo que ellas mismas declararon ayer, dos de ellas volvieron a trabajar con uno de los imputados, Carlos Felipe, quien les dio trabajo en un pub de O Barco. Esta conducta se volvió un buen argumento para las defensas, que la relacionaron con la falta de credibilidad de las denunciantes.

Testigos protegidas

Pese a que las cuatro presuntas víctimas habían sido citadas como testigos, tan solo dos se personaron en la vista. En su declaración, protegidas por un biombo y sin que se escuchase su voz, las mujeres aseguraron que cuando las trajeron a España no sabían que debían dedicarse a la prostitución. También afirmaron que al llegar al Skala 2000 las habían informado de que habían contraído una deuda de entre 2.500 y 3.000 euros por lo que debían cobrarle 45 euros a cada cliente y entregárselos a los acusados. Eso sí, no quedó claro si realmente las víctimas estaban retenidas contra su voluntad porque aseguraron que pese a que debían pedir permiso, podían salir a la calle cuando quisieran. Una de ellas terminó por asegurar que nunca la habían vigilado o coaccionado. También contaron que las habían traído a España con un billete de ida y vuelta y que no les quitaron el pasaporte.