Un público heterogénero esperaba a Andrés Calamaro en el Posío cuando sus teloneros, Eladio y los Seres Queridos, estaban sobre el escenario. El grupo -en teoría vigués, pero con tres de sus cinco miembros ourensanos- fue un digno aperitivo del argentino. Sin embargo, la mayor ovación que recibieron fue cuando anunciaron que dejaban paso al ex Rodríguez. Calamaro tenía un buen día y supo hacer las delicias de sus fans buceando en sus orígenes. Éxitos de sus primeros discos en solitario como Flaca o Alta suciedad animaron el cotarro, pero Estadio Azteca fue la más coreada y aplaudida. El argentino -acompañado por sus músicos de confianza, los Most Valuable Players- estuvo rockero hasta en la puesta en escena, con camisa negra vaquera y pantalones oscuros apretados. Calamaro buscó la complicidad del público glosando las bondades de los contrabandistas gallegos o recordando a los muchos hijos de Galicia que emigraron a su Buenos Aires del corazón. También, como está haciendo en sus últimos espectáculos, aprovechó para pedir el premio Príncipe de Asturias para Fernando Sánchez Dragó o Joaquín Sabina. Fue un concierto de hora y media en el que Calamaro no escatimó esfuerzos. El argentino supo darle al público lo que quería sin caer en demasiadas excentricidades y sin marcar distancias con los fans. El show fue cercano y divertido. Un buen modo de dar el pistoletazo de salida a las fiestas de Ourense.