«El Rali es una buena forma de decir que la provincia existe»

antonio nespereira OURENSE / LA VOZ

OURENSE

Los coches son su pasión pero su apellido delata una saga de comerciantes

18 jun 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Gaspar Sierra Osorio.

Comerciante.

47 años.

El Parque Infantil, lugar en el que pasó «los mejores años» de su vida como parte de una gran pandilla de amigos.

Entre risas dice que «a los ourensanos se nos debe disparar una hormona cuando olemos a gasolina». A Gaspar Sierra (Ourense, 1964) se le ocurre esa frase cuando trata de justificar la tremenda afición que hay en la provincia a los ralis. Él lo sabe bien, ya no solo porque está vinculado a la Escudería Ourense, organizadora de la prueba que se disputa hoy, sino porque ha corrido en este tipo de eventos hace ya algún tiempo y organiza desde hace 17 años el Rali de Coches Clásicos. Hoy, efectivamente, en Ourense se van a quemar muchos octanos. Destaca ya no solo la importancia de la prueba en sí, sino la capacidad de dinamizar espacios semiabandonados: «El Rali es una buena forma de decir que la provincia existe», dice, para recordar que este tipo de acontecimientos ya no solo promocionan Ourense sino que son un estímulo económico.

A él los coches le gustan desde pequeño. «A los ocho años ya conocía todos los modelos», afirma con seguridad. En su infancia había ya personajes conocidos de este mundillo que pusieron en valor un rali. Es el caso de Estanislao Reverter, primero, y Antonio Colemán, después. «A ellos se le debe mucho», dice Gaspar. Menos mal que en este tipo de cosas, «las instituciones se implican», apunta, aunque él se confiese totalmente desencantado de la política. Trata con los políticos en su condición de comerciante, incluso como parte de la junta directiva de empresarios del comercio.

Regenta la Joyería Sierra, un negocio familiar con solera que se ubica en la calle del Paseo, el epicentro comercial por excelencia, pero que ya ha visto tiempos mejores. Gaspar proclama: «Los comerciantes locales somos una especie en vías de extinción». El cambio de modelo de consumo y las intervenciones públicas favoreciendo la llegada de otro tipo de negocios tiene al sector contra las cuerdas. «Ourense sigue teniendo muy buenos negocios», señala. Y asume que «el comercio ha cambiado tanto que pasamos de tener clientes fijos a que nadie sea cliente fijo de nadie».

Lanza serias advertencias a los políticos «porque parece que quieren que el pequeño comercio se pierda, quieren que todo cambie menos ellos, que siguen siendo inamovibles, porque a ellos sí les va bien».

Tal desafección no le impide valorar positivamente una ciudad a la que ama. Y lo hace desde niño. Desde aquel rincón, que es el parque infantil de la calle Concello «donde pasé los mejores años de mi vida» haciendo alguna que otra travesura infantil, lógica por otra parte. Entonces, dice, se tiraban por la rampa sobre cartones. ¿Seguridad? La tenían toda: «Entonces nos cuidaba la señora que limpiaba los baños públicos que había allí». Menos mal. Algo es algo.