Imposible identificar a las personas que, en la madrugada del pasado lunes, dejaron un artefacto explosivo en una de las ventas del Pazo de Xustiza de Ourense. Al menos si se intenta conseguir este objetivo con las grabaciones realizadas por las cámaras de vigilancia que rodean el edificio. Y ello porque pese a que llevan semanas colocadas, aún no han sido conectadas y se encuentran inoperativas.
Según han confirmado diversas fuentes, todas las cámaras de vigilancia que ha instalado la Xunta en los principales edificios judiciales de la comunidad autónoma están conectadas con una central que se encuentra en Santiago de Compostela. Todas excepto las de la capital de As Burgas, que por diversos motivos aún no han sido activadas.
Esta circunstancia hace que el principal edificio judicial de la capital ourensana se encuentre seriamente desprotegido, más allá de las horas del día en las que realizan labores de seguridad y vigilancia los agentes del Cuerpo Nacional de Policía, todos ellos destinados en segunda actividad. Su horario laboral termina a las nueve de la noche, a excepción de los casos en los que esté abierto el juzgado de instrucción en funciones de guardia. A partir de ese momento, el edificio no cuenta con ninguna protección específica, a merced por tanto del ataque de cualquier vándalo que podría actuar impunemente.
De haber funcionado las cámaras, sus grabaciones podrían haber ayudado a identificar a los sospechosos que colocaron el artefacto, hallado en una ventana a primera hora del pasado lunes por la secretaria del colegio de los procuradores, que se encuentra en la planta baja del edificio. La funcionaria dio aviso del hallazgo a uno de los agentes que se encargan de la seguridad del edificio, quien se hizo cargo del artefacto hasta la llegada de los tédax (equipos de desactivación de explosivos), que lo retiraron para su análisis.
Gasolina y pólvora
Aunque no han trascendido demasiados detalles sobre la investigación policial, diversas fuentes han confirmado a La Voz que en el artefacto no se han encontrado huellas dactilares, lo que complica aún más la localización de los sospechosos.
Según parece, el artefacto era de fabricación casera y estaba compuesto por dos botellas de plástico en cuyo interior se ha hallado gasolina y pólvora. Alrededor había numerosas cerillas y una mecha, que no llegó a quemarse, lo que evitó que se produjese la explosión. En septiembre del 2009 el edificio fue objeto de un asalto similar, con otro artefacto que sí se incendió.