En carro

OURENSE

19 abr 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

M

e gusta el tren. Como no tengo que usarlo a menudo, encuentro placentero el camino de hierro. Me relaja pensar en mi asiento, mi libro, el paisaje y la sensación de quedarme dormida acunada por el traqueteo. Claro que el relax en el Talgo dura un Ourense-Zamora. Hasta Madrid, la cosa pierde encanto. Cuantos más kilómetros, menos romanticismo. Porque viajar en tren desde Ourense, hoy, es cuestión de romanticismo. O de gallardía. Como diría el ministro Blanco, un capricho.

Para aquellos que necesitan conectarse con el resto del mundo, la distancia no es el olvido sino el recuerdo permanente de que nos olvidan. Así estamos, pensando en la posibilidad de desquitarnos a alta velocidad, cuando viene José Blanco y nos dice que somos ambiciosos. Y claro, eso es malo. «En Galicia surge el nunca es suficiente y desde fuera aparece el eso es demasiado». Lo dice el ministro, casi travestido de diputado de Convergencia i Unió. Porque solo a nosotros se nos ocurre querer vivir en el siglo XXI. Cierto que ya que nos los tragamos, podríamos seguir viajando en carros y carretas.

Ya no es que Blanco niegue a Ourense lo que va concediendo a otras ciudades. Es que además nos insinúa lo que podemos opinar los ciudadanos y nos pide moderación. ¿Y yo que creí que podíamos pensar por nosotros mismos? Claro que el ministro no va en el Talgo. Si eso en el AVE. Y en coche oficial. A lo mejor a él le parece que no es suficiente pero desde fuera parece demasiado.