a nueva interventora de la Diputación ourensana se estrenó ayer en su primer pleno provincial. Mónica Legaspi llega a Ourense después de una amplia y no siempre sencilla experiencia en ayuntamientos de la provincia de Lugo. Se enfrenta ahora a un reto aún mayor ya que por sus manos pasarán todas las órdenes de gasto de una institución donde el destino de cada euro es mirado con lupa debido a las acusaciones de nepotismo que suele recibir el gobierno provincial.
Legaspi sustituye en su cargo a José María Baños, un funcionario de la máxima confianza del presidente de la Diputación, José Luis Baltar. Tanta era la cercanía al máximo responsable de la institución que este le encargó en su momento presidir el COB. El interventor daba pues el visto bueno a las aportaciones de dinero de la Diputación al club y después las gestionaba él como presidente.
No parece que Legaspi vaya a seguir el modelo de su predecesor si atendemos a su pasado. Su celo profesional le provocó más de un problema en Monforte. Allí desveló que una gestoría propiedad de la familia del entonces concejal de Hacienda había recibido 90.000 euros de las arcas del Ayuntamiento y, a consecuencia de ello, tuvo que sufrir las críticas y las demandas judiciales del gobierno local. «Es el precio de cortar mafias turbias en un Concello», dijo entonces la interventora. Ojalá Mónica Legaspi siga velando por los intereses de todos en su nuevo y difícil destino.