Un robot suplirá al botones Sacarino

David Suárez Alonso
David Suárez VIGO /LA VOZ.

OURENSE

El grupo de investigación de Robótica de la Universidad de Vigo desarrolla, en colaboración con un centro de Valladolid, un prototipo para usar en hoteles

07 nov 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

A Rato le ha salido un duro competidor. El que ha sido el niño mimado del grupo de Robótica y sistemas inteligentes de la Universidad de Vigo convive desde hace poco con un nuevo amigo mecanizado, Sacarino, que aún no ha sido presentado oficialmente. El prototipo está prácticamente listo y se oculta bajo una manta en la facultad de Industriales.

Sacarino es el resultado de un proyecto en el que Vigo colabora con una fundación de Valladolid, Cartif. La idea es crear un robot que pueda desempeñar labores de recepcionista en un hotel. De ahí que, con guasa, se le haya bautizado como Sacarino, como el famoso botones de cómic ideado por Ibáñez. Oficialmente su nombre es Bellbot, ya que en inglés llaman bellboy a los botones de hotel.

El robot no será el que se encargue de subir las maletas, a no ser que sean pequeños bártulos, pero sí que podrá conducir a los clientes a sus habitaciones, llevarles una bebida a su habitación o ayudar a localizar los diferentes servicios.

A este grupo de la Universidad viguesa le encargaron la parte de navegación, es decir, el sistema que permitirá que el robot se mueva autónomamente por el hotel. «Primero tiene que dar una vuelta por el espacio, en este caso el hotel, para crear un mapa en su memoria para que al darle la orden sepa llegar», explica Joaquín López, uno de los profesores del grupo. Están trabajando en un prototipo parecido para usar en hospitales. Su función sería cargar las bandejas de la comida desde la cocina hasta las plantas. «Este tipo de robots ya funcionan en España y está previsto que los haya en el nuevo hospital de Vigo», apuntan los docentes.

Costes

Para muchos de sus posibles usos los robots siguen saliendo muy caros, a pesar de que los precios actuales de su tecnología no tienen nada que ver con los que se manejaba cuando el grupo comenzó a trabajar. «Solo la parte sensorial que usamos en muchos de los robots costaba 12.000 euros hace unos años y ahora se puede conseguir por 3.000», recuerda el catedrático Fernando Sanz. Aún así, reducir costes sigue siendo uno de los principales retos de los grupos como el de la Universidad de Vigo.

Para esto la mejor fórmula sigue siendo una buena dosis de ingenio para aprovechar los recursos a su alcance. De eso saben bastante los miembros de este grupo que incluso le están dando nuevos usos al mando de la consola Wii. «Incorpora una cámara de infrarrojos interna a un precio muy asequible», apuntan. Con estos sensores pueden teledirigir a los robots en su primera visita a un espacio nuevo y evitarse tener que desplazarlo a empujones. «Alguna vez tuvimos que hacerlo pero daba muy mala imagen», bromean.

El grupo de Ingeniería Automática de Vigo trabajan tanto en robótica móvil como industrial. Ha realizado prototipos para el sector pesquero, las auxiliares de la automoción, energía solar e incluso para vending (máquinas expendedoras). «Normalmente son trabajos cortos destinados a solucionar un problema concreto», reconoce Enrique Paz, otro de los docentes. «A veces es un trabajo de ingeniería pero de alto riesgo y nosotros nos atrevemos con todo», añade.

A nivel industrial su uso ya está normalizado y muchas veces recurren a ellos para proponerles nuevos retos. Uno de los actuales es un sistema de control de calidad en el que deben usar visión artificial.

Recarga

En la robótica móvil su principal aportación han sido los robots como Rato, que servirían para vigilancia de espacios cerrados y al mismo tiempo podrían ser programados para guiar a los visitantes. En esa línea han hecho varios prototipos de distintos tamaños e incluso han patentado un sistema que permite que el robot detecte que necesita recargarse y vaya automáticamente a su base.