«Super Blair» sale al rescate electoral de Gordon Brown

Imanol Allende

OURENSE

El ex primer ministro inició ayer una serie de mítines en apoyo de su sucesor

31 mar 2010 . Actualizado a las 02:21 h.

El ex primer ministro británico, Tony Blair, comparte con el ex presidente norteamericano Bill Clinton ese tufillo a estrella de rock caducada que, en las postrimerías de su tercera edad, se aventura a regresar a la política en ayuda de aquellos que dejaron a cargo de sus fortines. Blair, como el Mesías, regresaba ayer entre los mortales saltando a la arena política con un discurso en el que ensalzó la figura del actual premier británico, Gordon Brown, quien, si quiere mantener las esperanzas de ganar una legislatura por sus propios méritos, deberá olvidar las viejas rencillas con su otrora jefe y disponerse a recibir su ayuda.

Blair retomó el pulso de la política haciendo lo que mejor sabe: criticar el liderazgo del Partido Conservador al calificarlo de «inconsistente e indeciso». Para ello, este político que cuenta con un hat trick electoral a sus espaldas (ganó tres comicios en su tiempo como líder del Partido Laborista, entre 1997 y el 2005) se acercó a la Inglaterra más profunda, blanca y protestante, su antigua circunscripción electoral de Sedgefield, en el condado de Durham, en concreto al Club Laborista de Trimdon, con un discurso reciclado de los tiempos en los que predicaba el credo del Nuevo Laborismo.

«Puede parecer extraño que la crisis financiera no haya reducido mi optimismo», dijo Blair, el hombre que cobra cifras millonarias por sus discursos y que cierra contratos fastuosos con firmas comerciales. «No hemos salido del bosque, pero estamos en el camino correcto», añadió el enviado de paz del Cuarteto para Oriente Medio.

El mensaje de Blair en el primero de una serie de mítines que tiene previsto ofrecer durante la campaña electoral del presumible 6 de mayo, estaba a tono con el mensaje desplegado por Downing Street, buscar el voto de la clase media por la labor realizada por el premier y su chancellor Alistair Darling durante los meses de la crisis financiera. Además, y sin llegar a mencionar al líder del Partido Conservador, David Cameron, Blair calificó su eslogan electoralista, «Tiempo para el cambio», como «el más aburrido y vacío en política». Blair remató su faena diciendo que «con respecto a Europa, se han desviado hacia la derecha; en seguridad se han ido hacia el liberalismo; y en economía han variado dependiendo de hacia dónde se inclinaba la opinión pública».

Blair no será el único viejo rockero del Nuevo Laborismo que subirá a un escenario durante esta campaña para ayudar al partido -no tanto a Brown-para lograr una nueva legislatura. Entre los que lo acompañan destacan Alastair Campbell, jefe de comunicaciones de Blair, y el actual ministro de negocios, Peter Mandelson. Es indiscutible que Blair, pese al daño a su imagen que le hizo la guerra de Irak y el riesgo electoral que esto implica, sigue teniendo carisma entre los laboristas. Pero, sobre todo, cuenta con un poder que no existe entre los laboristas que habitan Downing Street, su capacidad de galvanizar la unión de todas las familias laboristas. Ese poder, como el Grial, es lo que ansía poseer Brown.