El PSOE se las prometía felices cuando llegaron las elecciones municipales del año 2007. Gobernando en Madrid y Santiago, los socialistas consiguieron presentar candidatura en los 92 concellos de la provincia por primera vez en su historia. Los resultados y los pactos subsiguientes fueron también históricos, consiguiendo 23 alcaldías. Sin embargo, los problemas no tardaron en llegar en forma de indisciplina municipal.
Destaca especialmente el caso de Calvos de Randín. El PSOE gobernaba allí con cinco concejales pero el teniente de alcalde socialista José Manuel Andrade se pasó al grupo de no adscritos para apoyar una moción de censura contra su compañero Aquilino Valencia junto a los cuatro ediles del PP. La celebración del pleno en el que se iba a debatir esa moción fue impedida y ahora el asunto está en los Juzgados. Andrade fue expulsado del PSOE, al igual que los concejales socialistas de Trives, que rompieron el pacto de gobierno con los independientes de ATI para dar su apoyo también al PP.
Los problemas de cohabitación del PSOE con sus socios de gobierno se repitieron también en Vilariño de Conso, Lobios, Ribadavia o Manzaneda, donde los pactos, en todos los casos con el BNG, sobreviven a pesar de todo. En O Carballiño o en Castrelo de Miño, sin embargo, ni siquiera llegaron a un acuerdo con los nacionalistas, circunstancia que también ha dificultado la convivencia.
Pero los problemas no son exclusivos de aquellos lugares donde el PSOE podría tener responsabilidades de gobierno. Como han demostrado los casos de Xinzo y Celanova, también en la oposición surgen tensiones. Así, el partido se ha encontrado con el paso al grupo de no adscritos de su única concejala en Lobeira, molesta con la dirección del partido, o con la detención de su portavoz en San Amaro, que provocó críticas de algunos de sus compañeros.
Todo esto cuando van transcurridos 21 meses desde la toma de posesión de los alcaldes y con dos años de mandato aún por delante.