«La familia para un gitano es tan importante como la ley. Si no tienes familia no tienes ley»

Antonio Nespereira

OURENSE

Representa a los 1.200 ciudadanos de su etnia que viven en Ourense. Confiesa haber ido al colegio sólo tres días en su vida

08 nov 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

«Te voy a explicar por que la bandera gitana es azul y verde: Es verde porque este color significa el paisaje y nosotros siempre hemos sido ambulantes y el azul es el color del cielo. Es decir, el suelo fue nuestra cama y el cielo nuestro techo». Oye, Raúl, ¿tú sabes hablar caló ? «Claro», responde. Pues dime buenos días en tu dialecto. Y lo dice, pero no sé como ordenar las letras de las supuestas palabras que pronunció. Le pido ayuda, pero no puede: «Ah, es que yo lo hablo pero no sé como se escribe».

Raúl Jiménez Salazar (46 años) es el presidente de la asociación Chanela y presidente de la Federación Gallega de Asociaciones Gitanas. O sea, tiene tarjeta de visita, es un tipo respetado, tiene criterio y un discurso ciertamente reflexivo. Ahora sí, pero fue un niño sin infancia, privado de casi todo lo material, «pero alegre y divertido».

«Con las zapatillas rotas y mocos hasta en el alma / gritando en la Gran Vía llora una niña gitana», decía la letra de una canción de Rocío Jurado, pero Raúl es más de Camarón que, para los gitanos, «es un ídolo». La niñez la esculpe con el cincel de la calle y en las chabolas de Mariñamansa. Toda la chavalada del barrio iba al colegio, por casa algún niño o niña pudiente jugaba con las muñecas de Famosa y el Ibertren, pero él no tuvo juguetes. «Nunca supe lo que era un juguete ni un libro de cuentos, pero jugaba igual y me divertía lo mismo o más que los que los tenían». ¿Y pasaste hambre? «Posiblemente, aunque de muy niño».

Aprender

La calle fue su aula a cielo abierto, la única que tuvo. «Yo no he pisado una escuela en mi vida aunque, para decir verdad, estuve tres días en la de Mariñamansa». Corto currículum, pero tiene su explicación: «Íbamos mi hermana y yo y al tercer día entró la Guardia Civil a echarnos porque no nos querían con los niños payos». Pero sabe leer y escribir. Y muchas cosas más.

La fórmula para el aprendizaje de cifras y letras fue muy singular. Recuerda que «como me gustaban mucho los coches, siempre me fijaba en las matrículas y entonces le pedía a alguien que supiese leer que me dijese de donde era la matrícula. Así fue como empecé a distinguir las letras».

Pero era un chaval listo, tanto que «a mi me ponían un disco, porque la música siempre me encantó, y cuando llegaba al final yo ya había aprendido la letra de memoria y la podía cantar». Ahora, en plena madurez, Raúl Jiménez canaliza sus energías en el asociacionismo de su etnia y como trabajador del Concello de Ourense. En toda la provincia habrá en torno a 1.200 gitanos viviendo de distinta forma. El chabolismo ya no se ve en la ciudad «pero date una vuelta por Maside, Xinzo o incluso Verín y ya me dirás».

La vivienda es una de las históricas reivindicaciones de su grupo a pesar de su constante deambular. Él asegura que todos quieren echar raíces, vivir bajo techo, tener trabajo y comer caliente. Lo básico, vamos. Suena a tópico pero, como todo lo obvio, lo recurrente es verdad. Como tantas veces hemos oído, no es sencillo conseguir esos derechos «porque no es fácil que nos alquilen un piso, únicamente un 5% de nosotros tiene un trabajo estable y porque hay mucha desconfianza».

La familia

Insisto, viejos argumentos a problemas aún sin resolver. De todos modos, hay una autocrítica por hacer. Y la hace, con sinceridad: «No digo que no haya gitanos culpables de algo; si es así, que los denuncien, pero que la sociedad sea generosa con los demás».

Hablando de justicia, se sabe que los gitanos tienen sus propios códigos de conducta, también para depurar responsabilidades. Raúl Jiménez, a pesar de reconocer que las cosas han cambiado mucho, sabe que la ley gitana otorga al patriarca o tío , una potestad extraordinaria para intervenir en conflictos. La familia es entonces «lo más importante». Añade que incluso por encima de la ley porque «si tienes familia tienes ley, si no tienes familia no tienes nada».

Al tío por lo tanto hay que obedecerle «porque lleva la razón». De todos modos, ya quedan para la historia aquellas viejas venganzas que se arrastraban como un estigma entre generaciones.

Como ya no es tan palpable la disputa entre payos y gitanos, aunque sigue habiendo casos llamativos. Él confiesa que tiene muchos amigos del otro bando, «incluso más que entre los gitanos, que ya es decir mucho». Si pasase por dificultades, sabe que tiene apoyos porque entre los suyos las ayudas se llevan hasta las últimas consecuencias.

Raúl Jiménez matiza que «le pediría antes 30 euros a un payo que a un gitano porque sé que el gitano me los prestaría, pero se quedaría sin ellos para comer».

En ese mestizaje social enmarca su vida el representante de los gitanos, disfrutando de los suyos y gozando de Ourense, «la ciudad más maravillosa que conozco». De su prole habla con pasión, aunque con cierto desencanto porque «he intentado que estudiaran lo máximo, sin ponerles barreras, pero no me quejo, quiero que trabajen y creo que ahí no voy a tener problemas». Por lo demás, una filosofía muy primaria, pero muy real: «Que tenga salud y que no le falte la comida a los míos».