DESDE MIS GAFAS | O |
15 jun 2007 . Actualizado a las 07:00 h.GASTRONOMÍA DEL país. Baixa Limia al límite de la raia. Bande, Lobeira, Muíños, Lobios, Entrimo. Villas aseadas con modernos alumbrados, pulcro ajardinamiento, aceras de fina cerámica y demás mobiliario urbano. Restaurante de antaño y reconocido prestigio lleno cualquier día de semana. Empresarios de hosteleria con estatus de tendero. El turista que no se resiste a la tabla de embutido «de la zona» y a un tintorro del Ribeiro, cosecha particular. Y por los suelos la añeja reputación. Bandeja de sorpresas sin derroche ni escasez: «Fuet» de casa catalana, queso de barra de no se sabe donde, jamón de plástico en salazón y con ganas, algo parecido al chorizo con reflejo ocre y color encarnado..., y cien puñaladas al estómago con el matarratas, supuestamente, de Ribadavia. Y así no se potencian las economías de la Galicia profunda y al borde de la despoblación. Y si la política de conservación de la naturaleza, de restauración de la monumentalidad, no se ve acompañada por la profesionalidad de la iniciativa privada, especialmente en la hostelería, adiós al turismo rural.