Los alumnos de Rairiz cosecharon y repartieron 6.000 plantas de cebolla

Fina Ulloa
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En el invernadero que prepararon para Voz Natura quedan tomates, puerros y pimientos También entregaron al Concello las plantas ornamentales para los jardines públicos

20 abr 2007 . Actualizado a las 07:00 h.

?an sido seis meses de duro trabajo, pero a tenor de la alegría que reflejaban ayer los alumnos del colegio de Rairiz de Veiga, el esfuerzo ha merecido la pena. A principio de curso volvieron a poner en marcha el invernadero que ya estrenaron el pasado año como proyecto de formación medioambiental para el programa Voz Natura de la Fundación Fernández-Latorre. Hubo que revisar todo el material de esta instalación -completamente profesional-, reponer la tierra en las áreas de cultivo, preparar las celdas de los semilleros y luego plantar, cuidar y trasplantar las plantas germinadas. Todo el colegio se implicó de un modo u otro en los distintos trabajos, tanto los técnicos como los de mantenimiento y, tal y como ya ocurrió el año pasado, el proceso vegetativo les sirvió también para comprender mejor algunos conceptos de las asignaturas de cada curso. Ayer se cobraban parte del esfuerzo llevándose para casa las aproximadamente seis mil plantas de cebolla cultivadas en ese invernadero. Quizá había más, pero nadie quiso ponerse a contarlas. En realidad este pequeño regalo es sólo un aperitivo, porque desde ahora hasta finales de mayo harán lo mismo con los tomates, puerros, pimientos y otras especies plantadas. No hay que olvidar que este centro escolar se encuentra ubicado en un municipio eminentemente rural donde todavía existe la posibilidad de disponer de una huerta en la mayoría de las familias. Pero el trabajo en este invernadero no se ha limitado a plantas con destino alimenticio. También las hay ornamentales, aunque éstas no irán a parar en su integridad a los cultivadores. En realidad ellos se llevarán lo que sobre tras, por decirlo de alguna manera, abastecer a su principal cliente. Y es que uno de los objetivos de esta experiencia es que el invernadero no sólo sea útil para el colegio, sino que también preste un servicio al concello que participó en su instalación. De esta infraestructura salen las plantas ornamentales que las brigadas municipales colocan en los jardines públicos varias veces al año. Algo que también ayuda a los niños a ser más respetuosos con esos lugares de esparcimiento.