Y Erundina sopló 104 velas

Maruxa Alfonso Laya
Maruxa Alfonso VILAGARCÍA

OURENSE

En directo | Una centenaria de Avión celebra su cumpleaños Viéndola bailar en la fiesta de fin de año o contar su vida, nadie diría que esta ourensana residente en Ribadumia supera ya los cien años

25 ene 2006 . Actualizado a las 06:00 h.

cumplió ayer nada menos que 104 años. Para comprobar lo bien que se conserva sólo hay que verla hablar o moverse por los pasillos del geriátrico de Ribadumia en el que vive alardeando de fuerza física y lucidez mental. Para celebrar este día, el personal del centro organizó una fiesta por todo lo alto en la que no faltó ni la correspondiente tarta, ni la música, pues cuentan las trabajadoras del geriátrico que a Erundina todavía se la pudo ver bailar en fin de año. Según ella misma relata, nació en la parroquia de San Vicente de Avión y fue la tercera de una humilde familia de cuatro hermanos. Era «unha casiña ruin», cuenta, en la que se quedó sola cuando murió su madre «fai xa sesenta anos». Su familia se separó pronto por la emigración y, mientras los dos hermanos mayores optaron por Cuba, la pequeña se marchó a Buenos Aires. El drama de la emigración Los ojos todavía se le llenan de lágrimas al recordarlos, pues los cubanos volvieron «a Galicia a morrer. Nada tiñan e nada trouxeron». A su hermana todavía pudo ir a visitarla antes de que falleciera y recuerda aquel viaje con mucha alegría: «Gustóume moito porque era xente moi ben falada». En un pueblo dónde la emigración hizo ricos a muchos, «éramos os máis pobres do lugar». Recuerdos A pesar de su edad, sus recuerdos de antaño se conservan perfectamente y narra cómo se levantaban temprano para ir andando hasta Ribadavia y Ourense a comprar aquellas cosas que en Avión no había. También cómo se cocinaban en casa «aqueles boliños de pan que sabían moito e ben» o cómo «cavabas para plantar patacas, senon non había que comer». No se olvida tampoco del vino, del que siempre le gustaba tomar un poco con la comida. Se lo compraba a «Basilio que o vendía e non era tan bravo». Todavía sigue conservando esta afición, pero descarta los vinos de etiqueta «porque non me gusta que me boten a cabeza no chao».