A los gallegos no nos sorprenden los aspectos genéticos de la salud gracias a la existencia de la Fundación Galega de Medicina Xenómica y al trabajo del profesor Carracedo y su equipo, trabajo acogido por el profesor Sánchez Salorio, pionero en entidades sin ánimo de lucro —fundaciones— para el desarrollo de la investigación en Galicia. Así, el Instituto Galego de Oftalmoloxía (INGO) fue la cuna que acogió, ya en 1997, al grupo de Medicina Xenómica, para dar paso a su Fundación en el año 2003. Lo que no significa que la genética haya sido una disciplina troncal en la formación médica, sino que esta se incorporó al plan de estudios con la LOGSE, para hacerlo plenamente en el 2007 con el Plan Bolonia. Todavía en julio se han aprobado dos especialidades MIR, Genética de Laboratorio y Genética Médica, por el Ministerio de Sanidad.
En el Sergas el primer robot se instaló en A Coruña en el 2019 en el servicio de rehabilitación del CHUAC, y no llegaron hasta el 2021 los robots quirúrgicos Da Vinci a las siete áreas sanitarias gallegas.
Siete años antes, en el 2014, se instaló el primer Da Vinci en Galicia, en el Hospital San Rafael de A Coruña.
Todas ellas distantes del 2001, cuando Intuitive Surgical y Computer Motion, al amparo de la Nasa y el ejército americano, desarrollaron su sistema Da Vinci, aprobado por la FDA en el año 2000. O del 2005 cuando la Fundación Puigvert instaló su primer robot en Barcelona. Es obvio que en los cuatro años transcurridos la implantación de los Da Vinci en Galicia ha sido un éxito asistencial.
Asociado a la robótica médica vendrán nuevos avances con las tecnologías de visión artificial y machine learning. Pero al igual que sucedió con la genética, la incorporación de la IA médica y la robótica a la enseñanza de la medicina, de acuerdo a un reciente artículo del doctor Juan Turnes, solo alcanza a 4 de 45 universidades analizadas, bien con 3 créditos ETCS o asignaturas optativas. Un panorama desolador por más que se pretenda paliar en los postgrados, que no en la formación MIR.
Por otra parte, en Galicia en 1994, probablemente en la estela del INGO y del pensamiento de Sánchez Salorio, el Sergas creó el Medtec, para servicios de alta tecnología sanitaria. Con sus luces y sobre todo sombras, en el 2008 fue sustituido por Galaria, para gestión de servicios de alta tecnología, por más que su Centro de Terapias Avanzadas no pueda asumir aun producción car-t, lo que lleva a esa inversión de 100 millones en su compra a un consorcio catalán. A su vez las tecnologías robóticas y de inteligencia artificial, en su caso, son gestionadas por los profesionales del propio Sergas.
De esta manera, lo que pudo ser una organización de incorporación y desarrollo de alta tecnología médica al sistema gallego de salud se ha limitado a una prestadora más de servicios sanitarios, donde tampoco se la espera en el desarrollo de la robótica y la inteligencia artificial en medicina. Ciertamente necesarias, como la genómica lo fue en su día y las tecnologías ómicas lo serán en el futuro, para el avance en el campo de la salud.