
Ya no quedan epítetos para calificar la situación en la que se encuentran los palestinos de Gaza. Su territorio arrasado es, hoy, una cárcel a cielo abierto donde sus moradores solo aguardan la llegada de la muerte, bien por las bombas, bien por el hambre y las enfermedades, mientras los diferentes medios retransmiten su agonía sin producir ningún resultado positivo. En testimonial e inútil ha quedado el enésimo intento del barco con activistas para entregar algunos víveres y material de primera necesidad. Ni siquiera la presencia de la sueca Greta Thunberg ha logrado algo.
El cruel destino que aguarda a los gazatíes es de los que rasgan por dentro las entrañas, ante la absoluta incompetencia de todas las partes implicadas. Error tras error, intereses ajenos a las verdaderas aspiraciones, necesidades y derechos de los palestinos, campañas de imagen vacías de contenido, los 77 años transcurridos desde el reconocimiento del Estado de Israel por las Naciones Unidas y la resistencia palestina se han saldado con su imparable pérdida de territorio y repercusión. Hasta los tradicionales aliados árabes acusan el cansancio ante una causa que se atisba fracasada.
No es tiempo de recordar la historia. Todos los actores son culpables. Hasta las sanciones anunciadas por Gran Bretaña contra dos ministros israelíes de extrema derecha, por incitar a la violencia, parecen pueriles. Ahora es el momento de parar la masacre, llegar a acuerdos firmes para acabar con la violencia y aceptar, de una vez, la solución de los dos Estados. El rechazo palestino a esta opción hace más de siete décadas, por considerar que el reparto territorial que se les adjudicaba no se correspondía al porcentaje de su población, ha resultado en la pérdida casi total del mismo. Por no aceptar menguas ahora, ya casi no queda nada que aceptar. Y, entretanto, Hamás sigue escudándose detrás de los civiles palestinos, que son más rehenes de esta organización que de los propios israelíes.
No, ya no quedan palabras, solamente dolor y el deseo de alcanzar la paz de una vez.