
Míralos, parte de la banda del Peugeot, parecen sacados de escenas tipo El Vaquilla, El pico y análogas películas ochenteras. Los escatológicos audios que hemos escuchado y leído estos últimos días son una clamorosa prueba de adónde va una clase política que nos desgobierna, prevaleciendo la hez más absoluta y el descrédito ya hace tiempo anclado en nuestra sociedad. Echo en falta al maestro de la pluma literaria, un Jaime Campmany que nos hubiera deleitado en sus artículos a raíz del escándalo que ha emergido con estos tres individuos, que oscilan entre un portero de discoteca de bajos fondos, un cortador de troncos y otro con pocas luces. Todos ellos son verdaderos aquelarres de una corrupción descarada, descarnada aunque no desconocida, por desgracia, pero cuyos 500 folios atizan y hunden a un PSOE que presumía antaño de «cien años de honradez». Humillante, zahiriente, insultante y despreciable es el trato y nombre dado a mujeres en el dosier y que prefiero no reproducir porque, a diferencia de estos energúmenos, respeto a toda condición femenina, tenga la dedicación que tenga, bien sea por voluntad propia, que las hay, o sobrevenida, que también. Esa parte de la banda del Peugeot está descabezada, al menos de momento, es el principio del fin de una era socialista abocada a un banquillo irremediable, y es que la acción de la justicia es lenta pero firme y decidida, ante el disparate, el abuso de poder y el descarnamiento de las instituciones. Me falta por escuchar a las féminas feministas del cotarro socialista ante el trato degradante hacia toda una ex secretaria de Estado. «Estabas buenísima», decía un componente de la banda, pasando por las trabajadoras del sexo, «esta se encuentra recién», «lleva a las dos», y majaderías varias. Están sin voz, afónicas ante el bochorno que se ha emitido. Hasta Wyoming ha dejado de emitirse, cómo será el esperpento y el desconcierto que viven las filas progres y respetuosas con las damas. Y es que, nunca un Peugeot ha rugido tanto de tan lleno que iba con presuntos quinquis de medio pelo y sinvergonzonería... plena! Verónica Montes. A Coruña.
Progresando
¿Dónde están las ministras socialistas, progresistas y feministas del Gobierno? ¿No tienen nada que decir del momento político que vivimos en este país? ¿Cuándo y dónde consta que hayan expresado su opinión sobre el reparto de dinero público y lo que es peor, sobre el «reparto» de seres humanos como si fueran ganado, efectuado por algunos de sus compañeros de partido (todo presuntamente)? ¿En qué lugar se esconde el tan cacareado progresismo? ¿Piensa el señor presidente que a estas alturas la gente se cree todo lo que él dice? Cuando pide perdón haciendo pucheros al más puro estilo Calimero, ¿es la imagen que corresponde al hombre que ocupa el cargo y la responsabilidad de la presidencia del Gobierno de España? Las mentiras no dejan de ser mentiras por más maquillaje que las tapen. Algún día tendrán todos que lavarse la cara. Solo entonces se verá la verdad. Lo que no se sabe es cuándo. Pero mientras tanto, pueden ir curando la mano quienes la pusieron tan alegremente en el fuego. M. J. Vilasuso. As Pontes.