
Hoy se celebra la conferencia de presidentes, o eso parece, luego de lograr un orden del día de 14 puntos, más los saludos y discursos de protocolo. Y ante ello recuerdo una corrida de toros de José Tomás en Barcelona, en el 2009. El recuerdo no trae al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, cual un José Tomás frente a seis toros, sino al asombro provocado por La Vanguardia dando cuenta de aquel festejo, en primera plana y a seis columnas. Tal que este asombro de ahora por ese desbordante orden del día que Núñez Feijoo tiene por gran éxito del poder popular.
Sin embargo, la realidad está en los intereses que sostienen presidentes como Pradales o Rueda ante el encuentro barcelonés. Pradales condiciona su asistencia a que se aborde el problema de la energía. Partidario de la descarbonización, su Gobierno está preocupado por el déficit de potencia eléctrica del País Vasco, donde al menos 117 empresas necesitan ya una potencia adicional, reclamada también a Redeia. Rueda reclama abordar «la seguridad en el modelo energético y las inversiones técnicas en la red de Red Eléctrica Española y en las energías de apoyo, dada la falta de conclusiones respecto al gran apagón». Les subrayo estas prioridades, y sus enfoques, sobre la energía de dos presidentes autonómicos.
Una energía que sorprende en los debates y en las estrategias e intereses en su entorno. La resurrección de la minería de los carbones energéticos, el reabierto debate nuclear con su consideración en la Comisión Europea como energía verde, el debate interminable sobre las renovables, la tradicional hidráulica, la fotovoltaica y la eólica, con su derivada marina, y la situación actual de España. Donde uno de los factores del éxito de nuestra economía es el precio de la energía. Un estudio de CaixaBank Research del 29 de mayo estima que una de las ventajas competitivas de nuestra industria entre el 2018 y el 2024 es el precio de la energía, un 21 % inferior a la media europea, cuando hace seis años era un 30 % superior, debido al crecimiento de las energías fotovoltaica y eólica. Obviamente, allí donde pueden.
Lo que no es el caso de Galicia, pues, entre las políticas dilatorias de la Xunta hasta hace cinco años y las decisiones judiciales, la eólica terrestre se ha estancado. Y por ello se agradece que lo que parecía, bajo eufemismos del Gobierno Feijoo. un camino señalado de dilación para la eólica marina, un alto cargo de la Xunta reclame en Ferrol que Galicia desea estar en la primera subasta de eólica marina. Abandonando los eufemismos que al parecer todavía sostiene el Partido Popular en el Parlamento español. Luego se niega el debate sobre Greenfiber y su localización, o no se define una política minera global para Galicia, dejando que sea Europa o grandes multinacionales quienes establezcan las prioridades. Mientras, tribunales aparte y la excepción ferrolana, se congelan los debates. Incluso si tuvieran cabida en la agenda de Barcelona, que no será el caso.