
De Palestina nos llegan fotografías de una crudeza insoportable. Si hay una imagen que me ha impactado especialmente es la del dolor de las madres de Gaza. Dolor por la muerte de sus hijos. Dolor por no poder alimentarlos. Dolor por sus heridas y cicatrices. Dolor por no poder darles un hogar. Dolor por no poder verlos jugar en libertad. Dolor por no poder llevarlos a la escuela. Dolor por un futuro incierto e injusto. Dolor y más dolor. Y no quiero olvidarme de otro dolor: el de las madres israelíes que perdieron a sus hijos y el que sufren cada día por los que aún permanecen secuestrados. El dolor de una madre es universal.
En medio de tanto sufrimiento, de tanta barbarie y de tanta deshumanización, las mujeres de Palestina nos envían un mensaje esperanzador, una lección de vida. Ellas aspiran a reparar corazones rotos, a enjugar las lágrimas de los niños y a construir puentes de diálogo donde antes solo había muros de miedo, de odio y de rencor. Un buen ejemplo es la asociación Mujeres del Sol, creada en el 2021 en Belén, que aglutina a mujeres de Cisjordania, Gaza y de la diáspora. Según su fundadora, Reem al-Hajjara, «cada vez más mujeres se unen a este movimiento, mujeres que quieren proteger a sus hijos y evitar que sean la próxima víctima... Ya no estamos en el asiento trasero y estamos decididas a actuar con insistencia para poner fin al ciclo de derramamiento de sangre y lograr la libertad y una vida justa y honorable para los niños palestinos e israelíes». Las mujeres representan más de la mitad de la sociedad palestina, pero solo alcanzan el doce por ciento de los puestos de liderazgo político y económico en su país. Sin sus voces críticas y renovadas, la sociedad palestina difícilmente podrá avanzar y convertirse en una sociedad íntegra, tolerante, pacífica y libre.
Durante mis estancias en Palestina, tierra sedienta de paz y de porvenir, he visto a universitarias comprometidas con su comunidad y a madres coraje capaces de enfrentarse sin miedo, y solo con la palabra, a soldados israelíes fuertemente pertrechados. Son mujeres valientes, imaginativas y preparadas. Ellas son la esperanza de una nueva Palestina, cuyo futuro se empieza a escribir en femenino.