
El humo para saber si se ha elegido papa empezó a usarse en el siglo XIX. Al principio, el color del humo que salía por la chimenea de la Capilla Sixtina no estaba muy definido y se prestaba a confusiones que creaban incertidumbre entre las personas que en la plaza de San Pedro esperaban la buena nueva.
La química vino a solucionar esa incertidumbre. El humo negro lo produce una mezcla de perclorato de potasio, antraceno y azufre. El perclorato de potasio (KCIO4) actúa como potente oxidante y aporta oxígeno a la combustión. Se usa en la industria pirotécnica y en la producción de explosivos. El antraceno es un hidrocarburo aromático policíclico que sirve como combustible principal. El azufre es un elemento químico (símbolo S) que, en esta ocasión, facilita la combustión al reducir la temperatura necesaria para iniciar la reacción. En el proceso se produce una combustión parcial que genera partículas de carbono no quemadas, que son las que originan el humo negro. El humo blanco, con el que se anuncia la elección de un nuevo papa lo produce una mezcla de clorato de potasio, lactosa y una resina. El clorato de potasio (KClO3) actúa de forma parecida al perclorato, aportando oxígeno a la combustión. La lactosa es un azúcar (un disacárido formado por glucosa y galactosa). Está en la leche y productos lácteos y aquí es el combustible. La resina contribuye a conseguir el color blanco del humo al liberar partículas claras durante la combustión.