Organización de las administraciones
La organización de la mayoría de la Administración del Estado y de las comunidades autónomas es demasiado política y poco técnica y formada. Es habitual encontrar que los políticos ocupan no solamente la consejería o el ministerio, sino que hay un jefe de gabinete, un secretario, un subsecretario, un director general, un subdirector… Estos puestos suelen ser para los leales apoyos del dirigente, que, en general, no tienen formación para el puesto. En Francia existe una Escuela Nacional de la Administración, que forma a una élite de funcionarios públicos de alto nivel, que están a las órdenes de los políticos que elegimos, pero se mantienen independientes de los vaivenes de las votaciones. La catástrofe de la dana nos ha mostrado que la estructura organizativa de las Administraciones españolas no es la adecuada. Manuel Vargas Ramírez.
Una segunda dana
El paso de la dana ha dejado una estela de devastación en numerosos territorios de España: inundaciones, daños a infraestructuras y pérdidas materiales que han afectado a miles de ciudadanos. Sin embargo, lo más preocupante es la falta de una respuesta decidida por parte de las autoridades, que ha sido insuficiente y tardía. La gestión de una crisis de esta envergadura requiere, sobre todo, rapidez y eficacia. Sin embargo, muchos de los afectados siguen esperando la ayuda prometida, mientras las comunidades locales luchan por restablecer la normalidad. La burocracia, la falta de coordinación y la escasa previsión ante un fenómeno recurrente como la dana demuestran una desconexión alarmante entre los gobiernos y las necesidades de la ciudadanía.
A esta falta de acción se suma la previsión de nuevas tormentas a finales de esta semana, lo que aumenta el riesgo de nuevos daños en las zonas ya afectadas. Sin una respuesta efectiva y rápida, los mismos territorios podrían volver a sufrir pérdidas devastadoras. Las autoridades deben entender que, en la gestión de desastres naturales, el tiempo es un factor crucial. Cada minuto que pasa sin una intervención eficaz eleva las probabilidades de un nuevo colapso.
La dana no es un fenómeno aislado, y el cambio climático ha intensificado tanto la frecuencia como la magnitud de estos eventos. Por ello, es imperativo que los gobiernos adopten una visión a largo plazo, invirtiendo en infraestructuras resilientes y en una gestión ágil de las emergencias. España no puede seguir gestionando las catástrofes como eventos aislados. Cada tormenta es un recordatorio de la vulnerabilidad de nuestras infraestructuras y de la necesidad urgente de una respuesta más rápida, coordinada y, sobre todo, humana. Tania Castaño.