España ha sido el país de la UE, tal vez, más beneficiado con los fondos Next Generation, pero también ha sido el que, en el año 2022, todavía no había logrado recuperar niveles del PIB per cápita precovid. Hemos presentado alrededor de unos 247 objetivos en el Plan de Recuperación para el período 2021-2026, de los que a febrero del 2024 solo se han cumplido unos 22, según datos que ha proporcionado Bruselas; es decir, un preocupante 9 % de los objetivos estratégicos planificados. La ejecución de los fondos europeos no avanza, a juzgar por los problemas surgidos en su gestión y la dimisión en los últimos meses de alguno de los responsables de su implementación, lo que ha significado que España deje de liderar la recepción de fondos.
Del informe del Instituto Juan de Mariana Indicador de Gestión Económica de la UE 2019-2023, en el que se mide el desempeño de las 27 economías de la UE 27 (analizado a partir de cinco categorías: PIB, empleo, presión fiscal, poder adquisitivo y deuda pública) se puede deducir una situación bastante preocupante, la de nuestro país en el referido entorno, dado que los resultados lo colocan como uno con los peores indicadores de gestión económica para el período 2019-2023; de lo que se deduce que no estamos ante una senda tan triunfalista de la economía española, como la descrita en sus declaraciones por el presidente del Gobierno.
Según el aludido informe, «de haber registrado un desempeño similar al de Portugal, España tendría 60.500 millones más de PIB (cifra que ronda los 1.300 euros por persona), un nivel de paro similar, una presión fiscal 25.500 millones más baja cada año (con el consecuente ahorro tributario de 1.300 euros por hogar), un poder adquisitivo 8,4 puntos mayor (es decir, 1.360 euros más de renta per cápita por persona o 2.720 euros más por familia) y la deuda pública sería significativamente menor (bajaría en 303.000 millones)». Y añade: «En total, la factura del diferencial negativo con Portugal sería de 389.000 millones, unos 8.000 euros por persona. La diferencia de resultados entre España y Portugal se puede entender mejor cuando tomamos en cuenta el enfoque pragmático que adoptó el Gobierno de António Costa en los principales ámbitos económicos. Portugal subió del puesto 72 al número 30 en el Índice de Libertad Económica a lo largo de los cinco últimos años, de modo que la prevalencia política de la izquierda vino de la mano de una mayor liberalización. En cambio, el intervencionismo que ha caracterizado al Gobierno de Pedro Sánchez ha tenido efectos nefastos para la economía española, como evidencia la comparativa con nuestro país vecino, en particular, y con toda Europa, en general».
Las conclusiones del informe arrojan un patrón muy claro: la economía española está cada vez más lejos de la europea, mientras que en el caso de Portugal ha adoptado actuaciones mucho más moderadas y resulta evidente que ha crecido y ha mejorado el bienestar económico de sus ciudadanos sin endeudarse ni comprometer la situación financiera de sus cuentas públicas.
Por lo tanto, no es la ideología, sino la falta de capacidad unida a una formación académica mediocre, a juzgar por los resultados del informe aquí aludido. Como nos recuerda Ben Bernanke, premio Nobel de Economía, «si quieres entender la geología estudia los terremotos, pero si quieres entender la economía estudia las crisis».