Políticos histéricos

Pedro Armas
Pedro Armas A MEDIA VOZ

OPINIÓN

Dirk Waem / Belga / Europa Press | EUROPAPRESS

21 oct 2024 . Actualizado a las 09:15 h.

En la política no hay consensos, ni líderes conciliadores. No hay un ecosistema político, pues nada es natural, todo depende de asesores de gabinete y manipuladores de redes sociales. Cualquier tiempo pasado no fue mejor. Adolfo Suárez brindaba, en un mensaje de Navidad, pidiendo para el pueblo español mejores dirigentes que los de entonces. Sin embargo, añoramos aquellos políticos históricos, porque los actuales son histéricos o histriónicos. Histórico es un político digno de pasar a la historia; histérico es un político compulsivo; histriónico es uno exagerado o teatral, que provoca hilaridad.

Los políticos son lo que son y lo que dicen. Entre los históricos, Adolfo Suárez: «Conviene elevar a la categoría de normal lo que a nivel de la calle es plenamente normal». Felipe González: «El gran peligro de la izquierda sigue siendo la tentación de inventar el futuro para no comprometerse con el presente». Ernest Lluch: «Gritad, porque mientras gritáis no mataréis». Miguel Herrero de Miñón: «Queríamos pactar de verdad, porque así nos lo exigía la sociedad». Santiago Carrillo: «La crispación española debe mucho, por desgracia, a tener una Iglesia muy de derechas».

Había algún político histórico a la vez histriónico, como Alfonso Guerra: «Podremos meter la pata, pero no meteremos la mano». Mariano Rajoy era histrión sin querer serlo: «A veces la mejor decisión es no tomar ninguna, que también es tomar una decisión». José Luis Rodríguez Zapatero tampoco lo pretendía, pero a veces provocaba risotadas: «Somos la octava potencia mundial, la envidia de Europa, pronto superaremos a Francia, como ya hemos hecho con Italia». También el ínclito José María Aznar: «El tiempo pone a cada uno en su sitio».

Hoy proliferan tanto políticos histéricos como histriónicos. Carles Puigdemont: «Estoy aquí para terminar la tarea». Pablo Iglesias: «La crisis terminará cuando el miedo cambie de bando». Pedro Sánchez: «Nunca he tenido apego al cargo». Alberto Núñez Feijoo: «¿Qué haría el sanchismo sin Vox y qué haría Vox sin el sanchismo?». Santiago Abascal: «El PP no puede actuar como si Vox no existiera». Isabel Díaz Ayuso: «Dios no me hizo perfecta, y por eso no soy de Vox». El presente puede dar risa, pero el futuro da miedo.