Da gusto escuchar a Felipe

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

Elena Fernández | EUROPAPRESS

20 oct 2024 . Actualizado a las 15:10 h.

Fueron trece años de Gobierno. No sumó otros cuatro años más por los pelos. Un debate más con Aznar y vuelve a ganar las elecciones. Aznar necesitó a Puyol y hablar catalán en la intimidad para descabalgar a esa fuerza de la política que fue el sevillano. Felipe es mucho Felipe. Y ha envejecido como los mejores vinos. Tiene 82 años, camino de los 83, y cualquier entrevista con él se convierte en un libro de aforismos sobre política. Da igual que el interlocutor sea Pablo Motos en El hormiguero o Xabier Fortes en 24 horas. Es lo mismo que se hayan hecho virales unas palabras del Gran Wyoming sobre Felipe hace años, en las que le afea con contundencia su coqueteo con el poder: «Y paseando en yates y con puros del tamaño de una botella. Y solo aparece casualmente y de vez en cuando para echar una mano a los hombres del poder». Felipe contestó con socarronería a los que le dicen que apoya al PP: «Si apoyase al PP, el PP ya habría ganado las elecciones». Lo que no soportan en el PSOE de Sánchez es que nadie discrepe. Y la herida arde si quien lo hace es nada menos que Felipe González.

 En sus últimas entrevistas, el político no ha parado de reiterar que este país se está alejando peligrosamente de los pactos. El principal trabajo de cualquier político es llegar a acuerdos y construir una sociedad mejor, «para eso nos votan, para ser Gobierno, no para estar en el Gobierno». Como explicó ante Fortes, España vive una polarización que viene impuesta desde arriba. Son los líderes de los principales partidos, de un lado y de otro, lo que disfrutan partiendo en dos a los ciudadanos, pintando el cuadro de Goya de España a palos. Felipe González: «No vivimos una polarización de la sociedad desde abajo. No es así. La polarización se propone y se arma desde arriba y es entonces cuando llega abajo». Calificó de muy peligrosa esta situación, con un daño que se multiplica y que envenena hasta a los jóvenes. Evocando los tiempos desde Suresnes a sus años de Gobierno, que también es verdad que tuvieron luces, pero muchas sombras, Felipe explicó cómo Carrillo y el PC fueron fundamentales para avanzar en la concordia en España. Subrayó el acuerdo para la Constitución, los pactos de la Moncloa y hasta sus apoyos puntuales a Adolfo Suárez para que pudiese seguir adelante, hasta que se produjo el cambio del 82. Otra manera de hacer política, sin duda. Hoy todo es trazo grueso. Hoy no hay matices. Hoy, como dijo, los congresos de los partidos y los acuerdos que en ellos se producen no se aplican. Luego llega el líder y hace lo que le da la gana por siete votos, en alusión a la dependencia que Sánchez tiene de Puigdemont. Algunos creen que Felipe es un trasto viejo que le hace el juego al PP, aún no se atreven a decir que a Vox, aunque lo harán. Aseguran que es un jarrón chino hecho pedazos. Pero, cuando se le escucha en televisión, se nota un poso que hace mucha falta en este país que vive instalado en la bronca fácil, en el insulto gratuito y la descalificación constante. Hablando se entiende la gente, insultándose, se pelea.