Sé fuerte, Ábalos

César Casal González
césar casal CORAZONADAS

OPINIÓN

ZIPI ARAGON | EFE

15 oct 2024 . Actualizado a las 13:04 h.

El tiempo nos pone en nuestro sitio. Están corriendo a toda velocidad los vídeos de la ejemplar intervención de José Luis Ábalos en la moción de censura que puso fin a la presidencia de Mariano Rajoy por la sentencia del caso Gürtel y la corrupción. Ábalos, que era entonces secretario de Organización del PSOE, repasó ese 30 de mayo de 2018 la sentencia de la Audiencia Nacional por la primera parte del caso Gürtel que se había conocido esos días. Dijo todas esas frases que se imaginan desde la tribuna del Congreso y que hoy se pueden volver en su contra en cualquier momento. Protagonizó un toma y daca con Rajoy, el presidente en cuestión, que hoy le saca los colores a cualquiera.

Decía Ábalos como portavoz socialista: «El tiempo de las presunciones se acabó: ahora estamos ante las certezas». Y añadía cebándose en el PP que estábamos ante «un sistema de corrupción institucional». Fue más allá, claro. «Usted ha hundido hasta límites insospechados la dignidad de la sede que ocupa», le soltó a Rajoy. E invitó a los diputados del pleno del Congreso a que se sumasen a cortar de un tajo estas conductas reprochables y delictivas a la vez que, con el mismo tajo, le cortaban la cabeza a Mariano Rajoy: «Esta Cámara tiene que dejar constancia de que reprocha y repudia esas prácticas». Terminaba preguntándole retóricamente a los diputados sentados en el hemiciclo si iban a «¿colaborar con la impunidad?».

Así sucedió que el PNV dio el paso que faltaba para que las cuentas le saliesen a Sánchez y lo demás es historia de este país. Mariano Rajoy se marchó y celebró aquella larga comida con una sobremesa de horas. Estaba sentenciado y lo sabía cuando conoció ese giro del PNV. Lo curioso es que andando el tiempo las palabras, todas, se hayan vuelto contra José Luis Ábalos. No consta que Pedro Sánchez, que en seguida prescindió de él, le llegase a enviar un mensaje como aquel terrible que Rajoy sí le mandó a Luis Barcenas. El mítico «Luis, sé fuerte», que sumó y mucho a la hora de su salida de la Moncloa. No hay sms de Sánchez a Ábalos, pero la cercanía entre ambos era evidente. Escuchando de nuevo su noble intervención aquel día de mayo en el Congreso dando la cara como un político sano que odia la corrupción o cualquier atisbo de la misma, como la nombra Sánchez, atisbo, para alejarse de ella, asombra que una persona haya podido cambiar tanto en tan poco tiempo.

La justicia debe ser la que decida. No podemos caer una vez más en politizar la justicia. Queda mucho por saber. Pero desde luego a Ábalos no le pintan bien las cosas. Las afirmaciones que ha hecho de Aldama sobre que, por ejemplo, le pagaba el piso de una amante en la plaza de España en Madrid hacen que aquellas maravillosas palabras de Ábalos sobre que política y corrupción jamás se debían tocar ni mirar de lejos parezcan una intuitiva presentación de lo que le puede llegar a suceder a él mismo, por la forma en que se empieza a sospechar que ejerció sin medida, «hundiendo hasta límites insospechados», en su discurso de mayo, sus altas responsabilidades en el Gobierno y en el partido de Pedro Sánchez.