Desde luego el reciente debate presidencial en EE.UU. no será un ejemplo de ello, pero ¿puede un debate hacerte perder una campaña? Esa es la pregunta que muchos republicanos se están haciendo ahora.
Es evidente que Kamala Harris ganó el debate, no hay duda y todos los parámetros analizables en estos casos dan fe de ello: encuestas posteriores al debate, grupos focales con electores indecisos, recaudación de fondos entre pequeños donantes, métrica de datos en redes sociales (ánimo social), la reacción posdebate de Trump acusando vehementemente a los moderadores de parciales (solo el equipo que pierde se queja del árbitro del partido), la caída de un 16 % en las acciones de su empresa de medios... Y hasta analistas de su canal amigo Fox diciendo que el debate fue una oportunidad perdida (de revertir la tendencia alcista de la candidata demócrata).
He trabajado entrenando candidatos para debates presidenciales y locales en una docena de países y podría en este espacio explicar los pormenores de la victoria de Harris en el debate, pero esta ya ha sido hiperanalizada durante estos días, así que no les descubriré nada nuevo que no hayan visto o leído ya. Desde su mejor preparación, la táctica de la provocación, o el contraste continuo del lenguaje no verbal gracias además a la técnica de encuadre simultáneo en pantalla de ambos candidatos.
Eso sí, hay un matiz que por ahora no he visto que haya sido destacado, y que creo que fue el más determinante: el no repetir los errores de Hillary Clinton, es decir centrar el discurso no en las mentiras de Trump (todo el mundo sabe que es un mentiroso patológico, y eso no le penaliza) sino en las promesas incumplidas y en los factores que ya hicieron que Trump fuera despedido por 81 millones de estadounidenses en el 2020. Esa fue la clave.
Así que sí, es probable que esta campaña histórica nos haya demostrado el poder de un debate electoral. En estas mismas páginas decía hace semanas cómo Trump iba a arrepentirse, paradójicamente, de su victoria en el primer debate, que propició la caída en desgracia del presidente Biden. Y ahora veremos cómo este debate tal vez haya sido su golpe de gracia en un momento en que necesitaba insuflarle algo de energía a una campaña gris que ve cómo el momentum parece haber virado al lado demócrata.
La única esperanza para los trumpistas es que afortunadamente para ellos, las elecciones no son este domingo, sino dentro de siete semanas, y eso es una eternidad en una campaña electoral. Podría haber una invasión de zombis mexicanos… Que los haitianos se dediquen a comer los perros y gatos de los felices ciudadanos… O que haya Estados en los que se permita asesinar a bebés recién nacidos. No, no estoy loco, solo me inventé la primera, las dos últimas afirmaciones fueron expresadas literalmente por Trump durante el debate. Pero quién sabe, conociendo al personaje y su desesperación, tal vez un día de estos diga que los zombis vienen a por el pavo del día de Acción de Gracias, y habrá quien le crea.