Ayer nos levantamos con la triste noticia de una pérdida irreparable para todos los que de alguna manera tuvimos relación con don Santiago Rey Fernández-Latorre. Galicia está de luto. Pierde a un gran editor y a un gran empresario, pero sobre todo a una persona generosa que se hacía querer. Una figura clave del periodismo y un referente de la historia de la Galicia moderna.
Quienes tuvimos la suerte de conocerlo sabemos de su amor por la profesión a la que dedicó su vida. Le gustaba recordar que había nacido encima de una rotativa y hecho de su profesión su familia. Y así lo avalan sus más de seis décadas de trabajo incansable en defensa de la libertad de expresión.
Sin duda, su trabajo al frente de una cabecera de referencia como es La Voz de Galicia contribuyó de manera decidida al desarrollo de nuestra tierra, a la que, me consta, tanto quiso, en una apuesta decidida por la democracia y el progreso socioeconómico de los gallegos. Por una Galicia informada y con voz propia.
En mi memoria se agolpan muchos de los momentos compartidos. Algunos más lejanos, como la entrega de los Premios Fernández Latorre, y otros muy próximos, como la última vez que estuvimos juntos, el pasado 27 de julio. Decía Cicerón que «la vida de los muertos perdura en la memoria de los vivos» y así lo honraré, con su recuerdo.
Muchos son sus méritos profesionales, pero no menos los personales. Su dedicación y entrega dejan una huella imborrable en muchas generaciones. Y su legado será reconocido hoy y siempre porque estará ligado a una innegable vocación de servicio y a la defensa de los intereses de nuestra comunidad. Cuánto sentimos tu pérdida. Descanse en paz quien tanto ha hecho por esta tierra.