Caso Begoña Gómez: 117 días esperando explicaciones

Francisco Espiñeira Fandiño
Francisco Espiñeira SIN COBERTURA

OPINIÓN

Begoña Gómez y Pedro Sánchez en una imagen de archivo
Begoña Gómez y Pedro Sánchez en una imagen de archivo Borja Sánchez-Trillo | EFE

31 jul 2024 . Actualizado a las 20:43 h.

Muchos españoles llevamos 117 días esperando una explicación sobre los pormenores del caso Begoña Gómez y parece que el misterio tendrá que desentrañarlo la Justicia. Este miércoles, pese a los repetidos anuncios, Pedro Sánchez tampoco dio ninguna explicación sobre las relaciones laborales de su mujer y el posible uso de la posición de su marido para obtener un trato de favor en empresas y entidades públicas, dependientes o participadas por el Gobierno.

Sánchez ha decidido copiar lo peor de la estrategia de Puigdemont. Sin exilio en Waterloo, claro. La denuncia al juez Peinado por presunta prevaricación, que cualquier estudiante de primero de Derecho sabe que es casi imposible que prospere, no tiene nada que envidiar a los intentos de Gonzalo Boye, el letrado condenado por terrorismo que asesora al expresidente catalán e incluso al propio Gobierno en materias como la amnistía, de recusar a Marchena, Llarena y todos los magistrados que han investigado, juzgado y condenado a los líderes del procés.

«No hay caso», se limitó a repetir ayer el presidente socialista, aunque esta vez se olvidó de la máquina del fango, quizá consciente del abuso del símil en los últimos meses. «No caso», «patético» y otros adjetivos similares se pronunciaron ante decenas de periodistas que apenas pudieron preguntar y que, además, recibían severos rapapolvos presidenciales por hacer «preguntas valorativas».

Pedro Sánchez ya mostró su nueva estrategia el pasado martes. Pese a prometer explicaciones y ofrecerse a declarar, por escrito, eso sí, al final prefirió esquivar las preguntas a las que debería contestar verdad como testigo. No dijo nada, como tampoco lo había hecho su mujer, Begoña Gómez, mientras su abogado, el exministro de Zapatero Antonio Camacho, se despachaba a gusto contra el juez.

Quisieron los caprichos del santoral que Sánchez estuviera citado ante el juez Peinado el día de san Pedro Crisólogo. Dice la Wikipedia que el canonizado, cuyo apodo significa «boca de oro», se hizo célebre por sus largos mensajes, más de setecientos, muchos de ellos plagiados, por cierto. El santo tuvo su primer destino en Rávena, donde fue recibido con indiferencia por el pueblo y recelo por parte del clero, pero empezó a ganarse el respeto de todos por su rectitud y transparencia. Quizá haya llegado el momento de que, además de atacar a los periodistas, a los jueces y a la oposición por preguntar, nuestro Pedro (Sánchez) cumpliera con lo mismo que le exigía a Mariano Rajoy en los años más duros de la Gürtel. Quizá nos podría explicar a todos por qué el gran empresario Barrabés ganaba sus suculentos contratos por la valoración subjetiva cuando sus ofertas rara vez eran las mejores ni técnica ni económicamente. O por qué el rector Goyache, de repente, ha descubierto que se han producido irregularidades en la cátedra que le concedió la Complutense y de la que nadie se quiere hacer responsable. Y ojalá que las respuestas sean con datos y no con insultos y amenazas.