El capitán Nemo imaginó que el progreso tecnológico y científico podría llevarnos a unos océanos agotados o a un uso inteligente de los recursos oceánicos. Y en este uso de los recursos oceánicos está la minería submarina para actuar sobre los fondos, donde se encuentran más del 70 por ciento de las reservas de minerales críticos para el desarrollo de nuevas tecnologías. Si bien se mantiene la prohibición de la minería en aguas internacionales, se autorizan exploraciones para conocer su riqueza mineral.
Y es precisamente con una de las 21 licencias experimentales concedidas por la ISA (Autoridad Internacional de los Fondos Marinos), una licencia a NORI (Nauru Ocean Resources Inc.), subsidiaria de la canadiense The Metals Company, en la Zona Clarion?Clipperton en el Pacífico al oeste de México, donde se han desarrollado unas amplias investigaciones científicas, con el antecedente de los proyectos Blue Nodules y Blue Harvesting de la UE y, en 1870, de la expedición Challenger del Reino Unido. Investigaciones recientes sobre la biodiversidad abisal, y ahora con el descubrimiento del oxígeno oscuro.
Un equipo de científicos del Reino Unido, Alemania y Estados Unidos detectó niveles de oxígeno anormalmente altos, que no podían proceder de los organismos que viven a una profundidad de 4.000 a 6.000 metros.
Un proceso electroquímico podría generar parte de la producción de oxígeno observada. Al parecer, promovida por la carga eléctrica propia de los nódulos polimetálicos investigados. Un descubrimiento que altera y redefine nuestra percepción del mar y del origen de la vida, incluso de aquel imaginado por Julio Verne. Las evidencias cuestionan que solo los organismos fotosintéticos, como plantas y algas, generan el oxígeno de la Tierra, e incluso ponen en duda el origen de la vida en la Tierra.
Al parecer, el oxígeno también puede producirse en el fondo marino —donde no penetra la luz— para soportar la vida marina que respira (aeróbica) y vive en completa oscuridad. Habría un sinfín de reacciones químicas entre los metales de los nódulos, que portan una relativamente elevada carga eléctrica —una batería geológica natural— y el agua salada del mar, que explicaría la producción de ese oxígeno oscuro del océano de acuerdo con el trabajo publicado en Nature Geoscience. Un proceso de descubrimiento de ese oxígeno oscuro con el que disfrutar si acuden al artículo original (https://doi.org/10.1038/s41561-024-01480-8) y siguen las hipotéticas reflexiones que tal hallazgo permite sobre la vida en otros «mundos oceánicos», como los observados en Encélado o Europa (lunas de Saturno y Júpiter), o para atreverse a revisar el origen del oxígeno frente a lo hasta ahora establecido: las cianobacterias, hace unos 3.000 millones de años. Pero también implica limitaciones en los planes de explotación de los nódulos polimetálicos objeto de la minería submarina, pues será necesario establecer previamente el papel del oxígeno oscuro en los ecosistemas abisales. Todo ello es ciencia, con unos científicos, unas empresas y fondos públicos.