Pesca de Galicia presenta resultados de espanto para el marisqueo. También el percebe o el mejillón de cultivo empeoraron en el 2023. Un espanto, pero no aquel que señaló César Luis Menotti ante el candidato Milei. En la serie 2019-2023 se asiste a una caída de producción en almejas y berberechos, que en el 2023 es del 62,6 % respecto al 2019. La productividad ha menguado, aun cuando se hayan reducido los permisos marisqueros. Tan solo 3.614 en el 2023.
Pero esta reducción de las capturas en Galicia no se contradice con un mercado en expansión. El aumento de la demanda tuvo dos consecuencias: la creciente necesidad de importaciones y afianzar un mercado furtivo, propio y ajeno. Según un estudio de la Xunta del 2008, son las depuradoras las que canalizan la importación. En el 2019, España importó más de 21.000 toneladas. En paralelo existe un furtivismo ajeno.
La baja producción de Galicia deriva de la gestión en los bancos de marisqueo y de la insuficiente producción en criadero de semilla, merecedoras de una radical autocrítica en la administración pública. La situación ecológica de las rías, alterada por los aportes de aguas residuales urbanas e industriales, afecta a los bancos naturales. Los factores climatológicos y la disponibilidad de alimento tienen una obvia incidencia, con amplia variabilidad anual. Además, el marisqueo se enfrenta a la presencia de patógenos. Las grandes mortalidades de ostra y las más recientes de berberecho tuvieron causa en patógenos. Además, se han detectado otras patologías, como el Perkinsus, del que hay sobradas intervenciones dando aviso en el Parlamento de Galicia en la IV Legislatura (1993-1997). Si bien la Consellería del Mar sostuvo recientemente que su presencia se considera «habitual y no tiene que causar episodios de mortalidad». Por más que en Barallobre (Fene) donde al parecer la pérdida de la producción de almeja babosa en el 2019 fue del 80 %, según las analíticas de la Xunta, el Perkinsus afectaba al 73,3 %.
Sorprende que la Consellería del Mar, comisión parlamentaria de octubre del 2023, tuviera en sus previsiones «que la producción marisquera en Galicia se recupere entre 2026 y 2027». «El Departamento recuerda que la evolución de la producción es cíclica (sic), y que alcanzó mínimos en 2020». Pero, al parecer, el mínimo no fue tal: en el 2020 la cosecha era de 5,3 toneladas de almeja y 1,8 de berberecho, y en el 2023 de 3,3 de almeja y 0,5 de berberecho. Pero ya en 2022 —año de sequía, sin descargas torrenciales— la producción fue de 2,7 toneladas de berberecho y 3,7 de almeja. Japónica, por supuesto, que pasó de ser el 75 % en el 2019 al 87 % en el 2023 de todas las almejas gallegas, sin datos de la rubia.
Reflexiones y alertas para una necesaria, aunque improbable, política marisquera, que ya contó con un Plan Marisquero, un Plan Galicia y los planes de explotación de las cofradías y la Xunta, sin mayor éxito para Galicia. Al parecer, a la espera de la penúltima ciencia anunciada. O, por parafrasear, y no a Menotti, «con datos se hace el relato».