El techo de las mujeres STEM

Carmen Rodríguez-Trelles Astruga DIRECTORA DEL IES EDUARDO BLANCO AMOR

OPINIÓN

Imagen de archivo de alumnas de secundaria en un colegio gallego trabajando de forma cooperativa en un proyecto STEM
Imagen de archivo de alumnas de secundaria en un colegio gallego trabajando de forma cooperativa en un proyecto STEM MARCOS MÍGUEZ

01 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde el curso 2018/2019, los centros escolares gallegos pueden incorporar el bachillerato STEM a su oferta educativa. Este bachillerato mejora las competencias de los estudiantes en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. De aquí saldrán los futuros profesionales STEM: ingenieros informáticos, de telecomunicaciones, industriales, físicos o matemáticos. Estas van a ser las profesiones más demandadas y mejor pagadas en el futuro. Sin embargo, en España solo el 16 % de los profesionales STEM son mujeres. Y esto a pesar de que hay más mujeres que hombres graduados en la universidad. Situación que se repite en Europa.

Entonces, ¿a qué puede deberse que mujeres con capacidad no se interesen por profesiones asociadas a mejores condiciones laborales? Hay consenso científico en descartar que el motivo se encuentre en un distinto funcionamiento cerebral entre hombres y mujeres.

Lo que sí parece ser una causa es la falta de referentes femeninos: los medios de comunicación y los centros educativos deben mostrar modelos de mujeres corrientes dedicadas a estas profesiones. Esto no va en contra de visibilizar también a las científicas excepcionales. Pero la realidad es que en los libros de texto la práctica totalidad de los referentes son masculinos, reforzando el prejuicio de que la ciencia es para hombres.

También tenemos los estereotipos de género, que condicionan a las mujeres desde la infancia. A pesar de que en los centros educativos no se observan diferencias significativas en la proporción de alumnos y alumnas que escogen ciencias, sí aparecen en el momento en que ellas se plantean su vida profesional. Las mujeres, en general, no se ven trabajando como ingenieras o tecnólogas. Esta no es una cuestión de capacidad, sino de aspiraciones. Ellas prefieren carreras que se asocien a algo que les permita servir a los demás, como las que tienen que ver con la salud o el medio ambiente, incluso aunque su estudio sea más exigente. No priorizan tanto como los hombres el estatus profesional o el dinero.

Además, en España el 49 % de los investigadores son mujeres, pero lo son en carreras como química, biología o medicina, no en informática o ingeniería. Es posible que las mujeres las estudien porque tienen un conocimiento previo de ellas en secundaria, al contrario que las ingenierías.

Para rematar, aunque se observa un incremento del interés de la mujer por carreras STEM, es bien cierto que sus decisiones profesionales están condicionadas por las que conciernen a la maternidad y a la posterior necesidad de conciliación. Estas pueden determinar una carrera profesional más corta, peor remunerada y que no se la proponga para los ascensos. A esto se añade su percepción de que renuncia a muchas aspiraciones profesionales por asumir un reparto desigual de las tareas familiares. La conciliación, por tanto, es uno de los obstáculos principales para que la mujer alcance sus metas profesionales y para una auténtica igualdad de oportunidades.