Hay imágenes tan inquietantes que es inevitable pensar en cuál será el siguiente fotograma. ¿Estamos aquí ante el prólogo de un abrazo o de un zarandeo?, ¿veremos en las siguientes fotos, en orden cronológico, al papa Francisco pateado en el suelo y a su paisano, el iluminado Javier Milei, presidente de Argentina, fuera de sí, destrozando las estancias del Vaticano con su motosierra? Las crónicas hablarán de que la sangre no llegó al río. Dirán que Milei ha reconsiderado «algunas posiciones». Que pelazos a la mar con lo dicho hasta ahora, que básicamente es esto: el papa es «imbécil», es el «representante del maligno en la Tierra» y es amigo de «comunistas asesinos». A ver si es que el señor populista, no el de blanco, el otro, pretende sentar el cabezón. Hay quien pensará que, teniendo en cuenta el escenario, habemus milagro. Pero decir un día una cosa y al siguiente la contraria, de milagro tiene poco. Hoy, a eso le llaman hacer política.