Es probable que hayan quedado perplejos con el anuncio del presidente del Gobierno en la convención socialista coruñesa de un plan para mejorar la competencia de los estudiantes españoles en matemáticas y comprensión lectora, dos aspectos en los que los alumnos más han retrocedido, según el último informe PISA.
Frente a la sorpresa, una conversación de amigos con similares asombros me abrió luz. Por primera vez, al hablar de educación la discusión no empieza —y termina— en la religión, la educación cívica o la ética. Porque lo cierto es que, deudores de nuestra tradición y conflictos, la religión fue clave en nuestra historia, muy en particular su enseñanza en la escuela. Una aproximación en Maestros de la República, de Mª Antonia Iglesias.
Por ello, que se desarrolle un plan sobre los aspectos más deficitarios señalados por el informe PISA en la enseñanza de las matemáticas y de la lengua y literatura —en su capacidad de procesar un texto, comprender su significado e integrarlo con lo que ya conoce— pretende resolver los problemas donde se han ido enquistando. Uno no duda de que este plan llega tarde, pero será peor si no se logra abordar por desacuerdos en las competencias autonómicas, y si no tiene en cuenta las tendencias y reflexiones en la enseñanza y la educación. Muy especialmente de las matemáticas y la comprensión lectora, conformadoras de la capacidad de análisis y la comprensión del mundo en sus múltiples aspectos.
La enseñanza de las matemáticas y también la de lenguas, en una obvia simplificación, han sido deudoras de dos corrientes de conocimiento: la conocida como «matemática moderna» y los análisis morfológicos y sintácticos de la lengua, en línea con el «estructuralismo lingüístico».
En el mundo de las matemáticas ha habido desde los años 70 una reflexión crítica sobre su enseñanza, y asociaciones con este objetivo en España y Galicia, también en Europa y América, como se refleja en Las matemáticas si cuentan: Informe Cockcroft o en El fracaso de la matemática moderna, de Morris Kline, donde a la pregunta de la maestra de si 7 es un número se acaba por concluir que los alumnos nunca sabrán qué es un número.
Mi lejanía con la lingüística, la literatura y su enseñanza, todavía mayor que en el caso de las matemáticas —aquí con amigos próximos, olímpicos y generosos ellos—, tampoco me permite análisis, sino apenas una preocupación por los resultados que todos estos años se han ido conociendo sobre las competencias lingüísticas y comunicadoras. Pero para suplir mi desconocimiento les sugiero que acudan al documento de la Real Academia Española (RAE) La enseñanza de la lengua y la literatura en España (noviembre del 2023), donde encontraran un análisis completo y complejo en torno a las lenguas y su enseñanza. También sobre «el hecho cierto de que las mejoras reales en el nivel educativo de los estudiantes no son exactamente las que cabría esperar después de tan intenso y dilatado esfuerzo legislativo».