Pulmonía y neumonía son dos términos que se utilizan para referirse a la inflamación aguda del pulmón o de una de sus partes y que, a diferencia de la bronquitis, afecta a la parte distal del pulmón responsable de la oxigenación de la sangre. La provocan bacterias, hongos o virus que aspiramos de la boca y la faringe o que inhalamos al respirar.
La palabra pulmonía se utilizó durante muchos años para referirse a la infección que afectaba a bronquios y pulmón. Muchos pacientes la utilizan para referirse a una «mancha en el pulmón» que el médico les diagnosticó por auscultación pulmonar o mediante rayos x. Actualmente, el nombre utilizado es el de neumonía y el método preferido para confirmar el diagnóstico es la radiografía de tórax, aunque también se acepta el diagnóstico por auscultación pulmonar si el paciente presenta síntomas típicos de neumonía.
Pero ¿qué es importante saber de la neumonía?
Que la neumonía es una infección más grave que la bronquitis, que tratarla pronto disminuye la mortalidad y que puede prevenirse con las vacunas para la gripe, el neumococo y el covid-19. Además, es importante saber que fumar, tomar alcohol en exceso y tener mala higiene bucodental aumentan el riesgo de padecerla.
Los síntomas que deben alertarnos de tener una neumonía son tos, expectoración oscura, fiebre y dolor torácico, que generalmente aumenta con la respiración. La dificultad para respirar es un síntoma de mayor gravedad.
El tratamiento de la neumonía en un paciente previamente sano y sin síntomas de gravedad se lleva a cabo en el domicilio con antibióticos orales, medidas para bajar la temperatura y una buena hidratación. Generalmente, la evolución de la neumonía en pacientes sanos es buena si se trata de forma precoz.
Los síntomas que deben ponernos en alerta sobre una mala evolución son la persistencia de fiebre después de 72 horas de iniciar el tratamiento, la dificultad para respirar (disnea), el dolor torácico y la presencia de esputos manchados de sangre.
El seguimiento del paciente diagnosticado de neumonía lo realiza el médico de familia. El paciente debe estar en contacto con su centro de salud y comunicar cualquier incidencia para que el médico pueda valorar si es necesario realizar otras pruebas o incluso enviar al paciente al hospital.
Los avances en neumonía, tanto en el diagnóstico como en el tratamiento, fueron muy importantes. Pero no debemos olvidar que esta infección es grave y puede requerir ingreso hospitalario o en la unidad de cuidados intensivos (uci) e, incluso, tener un desenlace fatal.